No es casualidad que el escultor Pedro Galdón y la diseñadora Silvia Ceñal hayan elegido la cesta punta como el leit motiv de su primera colección de lámparas. Porque esta modalidad de la pelota vasca es uno de los pocos deportes en los que artesanía está íntimamente ligada a cada punto que se marca. "Es un deporte que nos llamó mucho la atención y que nos quedaba muy cerca porque se juega conuna cesta fabricada minuciosamente a mano con mimbre de los Pirineos. Es puramente artesanal ya que se adapta a la mano de los jugadores", cuenta Galdón.
Así, la colección de lámparas Zesta Punta refleja perfectamente el trabajo de ambos: Galdón se ha especializado en crear esculturas de gres (en las que es fácil ver referencias a escultores vascos como Jorge Oteiza) desde su taller del País Vasco francés, mientras Ceñal es diseñadora de muebles, especialmente de madera y con claras referencias nórdicas y vascas, para marcas como Treku, Emko u Ondarreta. Además de su componente artesanal, los dos creadores guipuzcoanos han tomado también como inspiración el espíritu de lucha de este deporte, que en los años 70 y 80 tuvo un gran seguimiento en Estados Unidos pero, hoy en día, lucha por sobrevivir en la parte española del País Vasco.
El resultado es una colección en la que apuestan por la recuperación de técnicas ancestrales de la artesanía, la exploración de vínculos entre diferentes oficios y por la producción de kilómetro cero. "Siempre habíamos tenido inquietud por hacer algo relacionado con la artesanía de kilómetro cero. Por eso, todo se ha producido en un máximo de 100 kilómetros a la redonda".
Basta con echar un vistazo a cada una de las piezas para ver que se salen de la norma: las bases de las lámparas han sido elaboradas en gres cerámico a alta temperatura, dando el aspecto final de una rugosa piedra, mientras que las fibras naturales, hechas de castaño, esparto y mimbre, han sido tejidas y seleccionadas en Bilbao por Gabriela Sagarminaga de Sagarminaga Atelier, un espacio de creación de piezas de forma artesanal especializado en materiales de origen vegetal. "Para nosotros era muy importante reflejar el concepto de territorio, de raíces, de cercanía, de plasmar ese espacio en el que residimos y hacemos la vida", señala el escultor.
Esta primera colección consta de ocho luminarias únicas, gracias a su trabajo artesano ninguna es igual que la anterior, en las que las texturas y formas de la naturaleza se mezclan con la arquitectura vernácula y una búsqueda constante del equilibrio entre la materia y la función. Las lámparas se han lanzado en una edición limitada de cinco unidades cada una aunque, en un futuro, Ceñal y Galdón planean elaborar también diseños con vidrio o piel. "Siempre buscando hacer objetos de decoración de excelencia artesana", concluye Galdón.