Los museos y las salas de exposiciones han dejado de ser meros repositorios de obras de arte –encerradas en vitrinas y acompañadas de sus correspondientes cartelas informativas– para ofrecer todo tipo de experiencias. A medio camino entre un parque de atracciones, una fiesta infantil y una tienda de golosinas, coinciden en Barcelona tres propuestas expositivas que invitan a sacar al niño que todos llevamos dentro. Una exhortación a experimentar el arte a través del juego y la diversión que, en estos tres casos, se presenta como una serie de decorados especialmente diseñados para ser fotografiados. En la era del autorretrato en la que vivimos, estas tres exposiciones son una invitación a hacerse selfies y a compartirlos en las redes sociales. Porque si no se ha subido a Instagram es como si no se hubiera vivido.
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White Rabbit, viaje al País de la Maravillas
Al grito de "¡Voy a llegar tarde!", el conejo blanco de Lewis Carroll que conduce a Alicia al País de las Maravillas ha inspirado el nombre de White Rabbit: The Off-Museum of Barcelona, una exposición escondida en el céntrico Passeig de Gràcia que, como el mundo imaginario de Carroll, nos invita a escapar de la rutina y a cuestionar rituales asumidos como el comportamiento que debemos mantener en un museo. En White Rabbit no se pide a los visitantes que guarden silencio o que no toquen nada. Tampoco se les prohíbe que utilicen el flash de sus cámaras fotográficas. En esta muestra se puede bailar como si se estuviera en una discoteca, meterse en el interior de un cabezudo o perderse en un laberinto de luces infinitas. Una llamada a experimentar los contenidos expuestos en completa libertad, sin las prisas del conejo blanco.
Ocupando 1200 m2 del espacio que albergara el histórico Bulevard Rosa de Passeig de Gràcia, White Rabbit es una iniciativa de la familia Vives, propietaria del local donde se ubicaban las que, durante los años ochenta, fueron las galerías comerciales más modernas de la ciudad. Inaugurada el pasado mes de mayo, la propuesta expositiva muestra algunos de los iconos culturales de Barcelona de una forma inmersiva, en un recorrido que incluye proyecciones de 360º, realidad virtual, arte digital, murales y esculturas. En una ciudad con más de 40 museos, White Rabbit se presenta como una nueva manera de experimentar, de primera mano, aquello que hace única la identidad cultural de Barcelona, a través de 10 instalaciones artísticas firmadas por creadores de diferentes nacionalidades, todos ellos vinculados a la capital catalana.
El artista urbano TVBoy, los estudios digitales Onionlab, Playmodes, Seeds XR y Vitamin Studio, la artista nipona residente en Barcelona Mina Hamada, el escultor Carles Piera, el escenógrafo Enric Planas y el grupo La Fura dels Baus configuran la nómina de autores que firman las 10 instalaciones artísticas de White Rabbit. Una selección de creadores que se reparten sendas interpretaciones de las costumbres, leyendas y aficiones que confieren vida a la ciudad. Sant Jordi, los vitrales y el trencadís del Modernisme, castellers y capgrossos, l'ou com balla, el caganer, la fuente mágica de Montjuïc y la noche de Sant Joan forman parte de un costumario barcelonés y catalán que no menosprecia una de las señas de identidad más arraigadas de sus ciudadanos: la clásica rivalidad futbolera entre el Barça y el Madrid.
Balloon Museum, hinchados de arte
Tras su paso por la Casa de Campo de Madrid, Balloon Museum llega al Palau Victòria Eugenia de Montjuïc para ofrecernos la cara más juguetona del arte contemporáneo. 15 artistas y colectivos nacionales e internacionales participan de una muestra pensada para ser vivida como una fiesta de los sentidos. La primera exposición dedicada específicamente al arte inflable reúne 19 instalaciones que tienen como elemento principal el aire. De las nubes plateadas de Andy Warhol a las esculturas hinchables de Jeff Koons, son muchos los artistas que se han recreado en el ejercicio de contener el aire dentro de formas y materiales poco habituales. Los creadores convocados en Balloon Museum muestran, cada uno a su manera, las infinitas posibilidades que ofrece el montaje y modelaje de todo tipo de globos y estructuras inflables.
La Airship Orchestra, diseñada por el estudio australiano de arte y tecnología Eness, da la bienvenida al visitante de Balloon Museum con una tribu de 16 figuras inflables que parecen salidas de otro mundo. Con un altura de hasta seis metros, la instalación incorpora un sistema interno de sensores de movimiento que permite a esta galería de personajes responder a la presencia de los visitantes. A esta exposición se viene a jugar y en Polyheadra, la propuesta de la artista alemana Karina Smigla-Bobinski, a hacerlo creando formas infinitas con un repertorio de tubos inflables de varios tamaños. Haciendo referencia a la idea renacentista según la cual el tamaño, la escala y la proporción son la clave para una creación perfecta, en la obra de la artista Smigla-Bobinski los espectadores se convierten en la "medida de todas las cosas".
Inspirándose en las posibilidades del nudo de trébol, cuya forma primitiva ha permitido a los artistas modelar todo tipo de estructuras, la artista francesa Cyril Lancelin participa en Ballon Museum con Knot, una instalación de grandes dimensiones que funciona como un gran nudo cuyo principio y fin son imposibles de discernir. Un juguete tamaño gigante en el que perderse y que forma parte de las piezas más instagrameables de la muestra.El laberinto de cúpulas de aire del estudio Architects of Air –conocidos en Barcelona por su estructura inflable presentada en el festival llum BCN–, los gigantes dormidos del escultor Max Streicher o la instalación de Motorefisico –al estilo de las infinity rooms de la artista japonesa Yayoi Kusama– son solo algunos momentos de una fiesta para los sentidos que parece no tener fin.
Bubble Planet Experience, un baño de burbujas
¿Puede existir una experiencia más inmersiva que lanzarse de cabeza a una piscina de bolas gigantes? Esa es precisamente una de los atracciones de Bubble Planet Experience, una exposición dedicada al mundo de las burbujas que llega a Barcelona tras su paso por Los Ángeles, Londres y Milán. Inaugurada el pasado 27 de abril y abierta hasta finales de septiembre, esta celebración artística de todo aquello relacionado con las burbujas se presenta en el nuevo Espacio Inmersa de Poble Nou. Pensada para toda la familia, desde los más pequeños a los adultos dispuestos a disfrutar como un crío, la muestra propone un recorrido multisensorial e interactivo a lo largo de 11 salas temáticas, cada una diseñada para sorprender, emocionar e incitar al juego. Y, sin duda, capturarlo todo en los correspondientes selfies.
Un simulador de vuelo en globo aerostático, un espectáculo dirigido por robots o una inmersión en el mundo submarino... el universo de las burbujas en todas sus formatos y dimensiones ofrece al visitante la posibilidad de interactuar y descubrir cómo, desde lo infinitamente pequeño hasta lo inmensamente grande, vivimos inmersos en un mundo de formas esféricas. Haciendo uso de la última tecnología de realidad virtual, simulaciones e ilusiones ópticas, todo en esta propuesta expositiva ha sido diseñado para ser fotografiado. Uno de los espacios del recorrido responde directamente a esta invitación a sacar la cámara del móbil: la Sala de Selfies no engaña, está pensada para indulgir en el ejercicio de fotografiar y ser fotografiado. Un selfie más y nos vamos.
Las exposiciones basadas en texto en las paredes ya no interesan a una nueva generación de visitantes a los museos. Los espacios museográficos y expositivos han tomado nota y están llevando la visita cultural al ámbito del entretenimiento. Una espectacularización del arte que abre las puertas de las instituciones a un público más diverso y familiar. Los avances tecnológicos y las herramientas digitales permiten a museógrafos, interioristas y diseñadores desplegar una narrativa en la que el espectador puede tomar partido, interactuar, experimentar y vivir los contenidos de una forma multisensorial. Estas exposiciones no únicamente no son aburridas sino que, de una manera u otra, conectan con algo que muchos adultos llevan escondido: el niño que todos llevamos dentro. ¡No hay tiempo para aburrirse!