A principios de los años 80, Rolf Egli y Rudolf Staab compraron una finca en medio del bosque mediterráneo. El objetivo era construir un bonito restaurante en la campiña andaluza. Quedaron prendados de la belleza del paisaje, de sus verdes colinas de encinas y olivares, y del trinar de los pájaros.
Acudieron al arquitecto Jesús del Valle, que no solo interpretó sus deseos, sino que fue un paso más allá. Lo que tenía que ser un restaurante, acabó convertido en La Bobadilla, a Royal Hideaway Hotel (Barceló Hotel Group), un cortijo en la Sierra de Loja que apuesta por la filosofía slow y el lujo sostenible.