Casi nada escapó a su curiosidad: fue diseñador, artesano, empresario, poeta, ensayista, ilustrador, tipógrafo, tejedor, agitador social y un largo etcétera. William Morris buscó una vía de expresión creativa alternativa al embate despersonalizador de una sociedad cada vez más industrializada, pero también al gusto recargado de la época victoriana.
Surgida en torno a 1880, Arts & Crafts fue la corriente dominante en la artesanía y el diseño británicos hasta vísperas de la primera guerra mundial. Su influencia atrajo a una nueva generación de arquitectos, diseñadores, artistas y artesanos –entre los que podríamos destacar a Charles Robert Ashbee, Mackay Hugh Baillie Scott, Ernest William Gimson, William Richard Lethaby y Charles F.A. Voysey– que defendieron un estilo de vida sencillo e inspirado en la Naturaleza a través de objetos domésticos caracterizados por su calidad, funcionalidad y el respeto a la autenticidad de las técnicas y los materiales.
El afán holístico e integrador de Morris quedó plasmado en La Red House construida por Philip Webb en 1859 en el condado de Kent, Inglaterra. Llamada así por el ladrillo rojo de sus muros, fue la primera obra arquitectónica del grupo Arts & Crafts. Morris la concibió como un “Palacio de las Artes” en el que él y sus amigos pudieran disfrutar produciendo obras de arte y artesanía.
El crítico y teórico de la arquitectura Nikolaus Pevsner ya calificó a William Morris en 1936 como uno de los pioneros del diseño moderno. Una muestra de la absoluta pertinencia –filosófica, estética, política y social– que tienen actualmente su obra y sus ideas.