Cuando admiramos algunas de las obras maestras de Le Corbusier, como la Villa Saboya o la ciudad de Chandigarh en la India, a menudo olvidamos que en la autoría figura la coletilla “y Pierre Jeanneret”. Sorprende lo poco que conocemos de esta figura que, sin embargo, tuvo una contribución decisiva a una obra que en muchos aspectos puede considerarse conjunta y compartida.
Y es que juntos fundaron su propio taller de arquitectura en 1923 –en donde trabajarían entre otros Charlotte Perriand y Josep Lluis Sert–, y juntos editaron en 1926 el célebre manifiesto de los Cinco puntos hacia una Nueva Arquitectura, que serviría de guía para su estética arquitectónica.
Su visión del oficio creativo era hasta cierto punto opuesta: donde Le Corbusier era todo orden y planificación, Jeanneret era de “ideas un poco anárquicas” –en expresión propia–; y sin embargo, del diálogo y la complementariedad de sus intereses surgió un enriquecimiento mutuo que acabó cuajando en un puñado de hitos de la arquitectura contemporánea. Ni siquiera los seguidores o discípulos de Le Corbusier se acercaron tanto a sus ideas como su primo.
La segunda guerra mundial interrumpió esta asociación –Le Corbusier se puso a disposición del gobierno de Vichy, colaborador de la ocupación nazi, algo que Jeanneret no compartió–. Pero en 1950 surgió la oportunidad de trabajar de nuevo juntos en el diseño de la nueva capital del estado indio de Punjab, Chandigarh.
Para Le Corbusier suponía una oportunidad largamente anhelada de ver realizadas muchas de sus teorías urbanísticas; para Jeanneret, un vasto horizonte de nuevos proyectos personales. De hecho, Le Corbusier abandonó el proyecto a medio camino, y Jeanneret se convirtió en el arquitecto principal, concibiendo también el modelo urbano y muchas de las piezas que decorarían los edificios públicos.
Chandigarh sería a la postre la obra cumbre de Jeanneret –pasó allí quince años– y una referencia para la arquitectura moderna. El mejor elogio de la contribución de Pierre Jeanneret no podría venir sino del propio Le Corbusier: “Entre Pierre Jeanneret y yo siempre hubo una confianza ilimitada y total, a pesar de las dificultades de la vida, a pesar de las divergencias inevitables. Mi obra arquitectónica existe solo por un trabajo en equipo entre Pierre Jeanneret y yo”.