Ubicado a las afueras de Barcelona, ​​en la localidad de Sant Just Desvern, está Walden 7, un bloque residencial diseñado por  Ricard Bofill. Fue construido en 1975 y consta de 18 torres escalonadas de color rojo óxido que se organizan alrededor de cuatro patios azul turquesa. El estudio Bonell + Dòriga, con sede en Barcelona, firma la renovación de uno de los 446 apartamentos del edificio, que "después de décadas de olvido, revive gracias a su fotogénica presencia en redes sociales y a la voluntad por recuperar cierto espíritu experimental en la arquitectura. Nuestra intervención establece una conexión con el rico tejido de la arquitectura de Bofill, pero sin pretender imitarla", cuentan desde el estudio.

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La vivienda se extiende en dos niveles, en las plantas 12 y 13 del edificio de Bofill . La planta baja se convierte en un gran espacio diáfano y la primera alberga los dormitorios. "Sin embargo, en este proyecto es más importante hablar de contexto y de lenguaje, y no tanto de la configuración de las estancias", matizan desde el estudio.

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"El proyecto introduce destellos de los colores de fuera en el interior: el rojo teja, el azul marino o el color arena. Las topografías que Bofill planteó para los interiores de las viviendas, pero que raramente se construyeron, se re- piensan y adaptan a las necesidades de los nuevos propietarios y futuros usuarios, con bancos que se convierten en sofás", cuentan desde Bonell+Dòriga.

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La planta inferior se presenta como un espacio habitable singular y de planta abierta. En la sala de estar los bancos se convierten en sofás.

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Cada una de sus ventanas del apartamento enmarca fragmentos del Walden-7. La luz se cuela ligeramente aturquesada en las habitaciones situadas a norte, más rojiza por el sur.

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"La forma del círculo, tan presente en la configuración del sistema del edificio y en su morfología, aparece de distintas formas: en el escalón, en las luces, en las divisiones arcadas o en los espejos", cuentan los arquitectos con sede en Barcelona.

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La sencillez y la geometría también se cuela en el comedor, enmarcado por una pared pintada de blanco con un enorme recorte geométrico que mira hacia el lado opuesto de la habitación, que alberga la zona de estar.
 

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"Situada en la parte central del complejo, su pertenencia al edificio es prácticamente ineludible, incluso en el interior.", narran desde el estudio de arquitectura Bonell+Dòriga.

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Los tonos arena conviven con los azules, un color que también se usa en la cocina y pretende ser un guiño sutil a los patios de Walden 7.
 

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En la vivienda proyectada por Ricardo Bofill se accede a los dormitorios a través de un pequeño tramo de escaleras.

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La geometría escalonada también se cuela en los baños, en este caso se ha conseguido a través de la colocación de baldosas de dos tonos.

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