Una casa señorial de 1910 situada en el barrio de Galvany de Barcelona, que había perdido su esencia, ha vuelto a la vida y a conectar con el exterior gracias al trabajo de Mengíbar Blanco. Desde el estudio, caracterizado por un estilo elegante y cálido, cuentan: "el ático se compró con la intención de reformarlo y sacar partido a las terrazas. Algunas de ellas estaban cerradas y se pudieron abrir y conseguir así rodear la mayoría de las estancias".
Antes de la reforma la vivienda de 256 metros cuadrados estaba muy compartimentada en muchas habitaciones pequeñas y sin luz. "No se necesitaban muchas habitaciones, únicamente cuatro. Eso permitió agrandar al máximo las zonas comunes. Se tiraron muchos tabiques, se suprimieron casi todos los pasillos y se hizo alguna intervención estructural para agrandar espacios", dicen los artífices del cambio. "El principal objetivo era ganar toda la luz posible. Se abrieron terrazas, se agrandaron ventanas y cristaleras. Y si algo tiene este piso a día de hoy es muchísima luz", aseguran.
En la reforma, los nuevos materiales, los pavimentos y las cortinas se pusieron respetando la arquitectura original de la finca. Pero se conservó la escalera interior de madera que sobrevivió a todos los meses de obra y también algunas de las molduras antiguas. Las ventanas y las puertas de madera se hicieron a medida. El resultado es una casa de estilo clásico renovado, que respeta al máximo el estilo regio de la finca a través de detalles como carpinterías de medio punto con herrajes antiguos recuperados, chimeneas recuperadas, cornisas y molduras en las paredes pero con todas las comodidades modernas.