Hasta hace no tanto, las casas frías y minimalistas en Ibiza, con piscinas infinitas y estatuaria budista han pasado (afortunadamente para todos) a mejor vida. Siguen existiendo, claro, porque son el tipo de residencia lujosa que buscan muchos millonarios, especialmente futbolistas, o empresarios desconocidos pero con cash suficiente para alquilar una de estas "villas" durante el verano. Pero al menos, ya no son el paradigma de la decoración posmoderna a la que aspirar.
¿Ventajas? "Haberlas, haylas": metros y metros de salones y terrazas y jardines con la extensión de un campo de golf. Por otro lado, tienes la privacidad asegurada, aunque, debido a las contradicciones varias que caracterizan a la jet set , sea imposible librarse de la imperiosa necesidad de dejarse ver entre la beautiful people de la isla, para lo que es imprescindible alquilar un yate. Ya saben, el contenido habitual que vemos todos los veranos en Instagram.
También por fortuna, algunas cosas en la isla han cambiado, o más bien, se han mantenido, especialmente en la zona norte, un enclave que mantiene el encanto de lo rural. Hablamos de San Lorenzo, un pequeño pueblito interior que no tiene ni un núcleo urbano propiamente dicho. Allí, entre caminos, senderos y lindes, aún es posible encontrar construcciones centenarias, representativas de la arquitectura vernácula mediterránea. Y así fue como se obró el milagro de descubrir Fincadelica, un terreno abandonado de 8 hectáreas en la Ibiza más profunda y real, que, tras dos años de trabajo, abrió sus puertas el año pasado como villa de alquiler exclusivo.
La transformación en un complejo impresionante fue posible gracias a la inversión de 4 socios: Amit Segev, cofundador del restaurante La Paloma (un clásico de la zona) y una de las caras más conocidas del norte de la isla; Serena Cook, fundadora de Ibiza Preservation, y dos hombres de negocios israelíes, Mati Rachminov y Shai Ben Ozair. Entre todos, y junto al proyecto de interiorismo firmado por Ted Milano y Carmen Straatsma de Studio C han conseguido recuperar un lugar privilegiado que estaba condenado al olvido.
A día de hoy, consta de 9 habitaciones, zonas comunes con piezas de diseño clásicas y otras más nuevas, procedentes de la artesanía local; una piscina oval de agua salada, un invernadero de cultivo bioclimático y un montón de zonas donde relajarse, meditar, hacer yoga, darse una fiesta en su cueva equipada para DJ’S o albergar cualquier tipo de ceremonia, evento o celebración. Bienvenidos al paraíso de lo boho.