En el Bajo Ampurdán, pegada a uno de los pueblos más bellos de la Costa Brava, Begur, y frente a la cala de Aiguablava, el estudio gerundense NordEst Arquitectura, con Jordi Riembau y Miquel Rusca al frente, ha diseñado una casa prácticamente colgada en el mar. La vivienda se apoya sobre la ladera de la montaña y está formada por un gran bloque de hormigón abierto al exterior a través de dos huecos ("mordiscos" los llaman en el estudio). En la parte de arriba, por la que se accede gracias a un patio completamente cerrado a la vista de los curiosos, se ubican el vestíbulo de entrada, el lavadero y tres habitaciones con sus baños y terrazas acristaladas que se proyectan directamente sobre la cala.
"Es como una gran masa pétrea que cobija el espacio principal de la vivienda, el inferior", nos comentan los arquitectos. Desde aquí, y descendiendo por unas escultóricas escaleras negras diseñadas por ellos mismos, se llega al corazón de la casa: la zona de día, que funciona como un porche suspendido sobre el Mediterráneo. Partido en dos espacios, se divide en un área común, que engloba sala de estar, comedor y cocina, y un dormitorio principal en suite con vestidor incluido. Como si de un refugio flotante se tratase, esta planta baja está enteramente conectada con el jardín y la piscina desbordante, que se asoman a Aiguablava con la altanería de un mirador privado.
Igualmente fascinante es el diseño de los arquitectos, que han conseguido, a través de una carpintería corrediza, que todo este espacio interconectado se convierta en una terraza techada cuando está abierta, o en una zona resguardada del viento si se cierra. "Buscábamos por encima de todo la sencillez y la honestidad del proyecto, que logramos con el uso de materiales nobles como la madera, el hormigón y el vidrio de la fachada y los muros de gaviones y piedra natural del exterior", concluyen los autores.
El hormigón, además, cumple otra función: integrar la estructura con el paisaje gracias a su textura ("encofrado con tabla", nos aclaran) y a las celosías de cedro natural, que permiten controlar la insolación. El interiorismo es también obra del estudio junto con la propietaria, Blandine Rudel, y María Jiménez, que bocetó algunos de los muebles, como la cama del dormitorio principal, los baños y la cocina, y eligió pocas, pero potentes, piezas de diseño, entre ellas las icónicas sillas CH24 Wishbone que Hans J. Wegner diseñó para Carl Hansen & Søn, o la lámpara de Catellani & Smith. En esta Casa in Riva al Mare (con permiso de Lucio Dalla) cabe todo.