Rickard Rotstein ha dirigido con éxito su estudio de arquitectura en Estocolmo durante los últimos treinta años, asumiendo proyectos complejos como edificios comerciales y de viviendas. Paradójicamente, a sus casi 73 años (nació en julio de 1950), y a las puertas de su jubilación, se ha enfrentado a lo que considera el mayor reto de su carrera: trabajar a la escala más reducida de una casa –en concreto, su residencia veraniega–, en la que el control de la planificación lo abraza todo y se ve libre de los compromisos que acarrea un encargo.
Asentada sobre un promontorio rocoso en el archipiélago de la capital sueca, en una zona natural protegida, esta vivienda de 150 m2 en una parcela de 3.000 m2 goza de unas espectaculares vistas del mar y de los densos bosques de pinos que la rodean. A ello ayuda el hecho de que, para salvar el desnivel del terreno, la construcción se proyecta en parte sustentada por pilares en V, creando en el dormitorio principal un privilegiado balcón que parece sobrevolar el paisaje.
Una solución que, según el propio Rotstein, es una versión sueca de las Case Study Houses en las colinas de Los Ángeles. "Las difíciles condiciones del lugar se han transformado en cualidades tanto en el interior como en el exterior –comenta–, de modo que los recursos arquitectónicos aplicados se perciben de forma a la vez simple y exclusiva, con claridad e integridad". Y añade que la forma de organizar el espacio, los materiales, la disposición de las ventanas, todo se asocia al feng shui, la filosofía asiática que se basa en encontrar el equilibrio y aportar energías positivas a los lugares que habitamos.
La planta de la casa dibuja una C, en la que uno de los extremos lo ocupa el vestíbulo de entrada, junto a la cocina, y el opuesto el dormitorio principal, unidos por la zona de día, que incluye una doble altura para un rincón de lectura. Encima del cuerpo principal, un volumen en cuña crea un espacio tipo loft asomado al paisaje con cristaleras de suelo a techo y conectado con una terraza que es, a su vez, la cubierta de la suite. Para la construcción se ha empleado madera de pino para la estructura y de abeto tratado con aceite de linaza para la fachada, lo que le da un tono oscuro que integra la construcción en el entorno.
Toda ella procede de árboles de la zona, trabajada in situ por carpinteros locales. Las superficies interiores presentan una acertada mezcla de texturas en bruto, como los tableros de virutas OSB que recubren los techos, y otras más refinadas, como los suelos de roble blanqueado, las superficies de mármol y granito en la cocina, y los suelos y paredes de cuarcita gris en el baño. Y es que para Rickard Rotstein, "la buena arquitectura consiste en lograr el equilibrio adecuado entre los elementos que la componen. Es un arte, no son matemáticas".