Unificar una serie de espacios domésticos eliminando en la medida de lo posible los distribuidores para convertirlos en espacios compartidos y lograr una materialidad cálida que fuera sensible a la antigüedad del edificio existente pero que explorase la combinación con materiales y soluciones contemporáneas, fue lo que planteó el estudio de Gonzalo del Val a la hora de acometer la reforma de esta vivienda. Se trata de un edificio clásico en Madrid de principios del siglo XX, que presentaba la típica distribución de gran pasillo con cocina independiente y un salón separado del resto de la casa.
Los propietarios buscaban disponer de un espacio de cocina, comedor y salón en continuidad, "abierto y disfrutón, una zona amplia y generosa donde los invitados a comidas y cenas disfrutasen de todo el ambiente, pero que a su vez fueran lugares diferenciados", explica Gonzalo. Para ello, se ha realizado una demolición parcial, tirando los tabiques, suelos y falsos techos indispensables para el programa exigido. "Toda la obra se ha realizado sin ninguna intervención estructural, ya que el edificio se reconstruyó a principios de los 2000 con una obra que consolidaba la antigua estructura y mantenía la fachada existente".
La nueva distribución unifica los espacios principales de hall, cocina y salón, eliminando el pasillo entre ellos y convirtiendo cada ambiente en una zona con identidad propia. "Cada espacio está colonizado por un objeto que cualifica el espacio y hace que funcione de forma precisa. La pieza principal en la entrada a la vivienda se caracteriza por ser una enorme estantería que cubre la pared y se pliega en horizontal, dando como resultado un falso techo de celdas donde se ilumina y aclimata el espacio". Esta estantería espacial, está realizada con paneles de DM crudos contrachapados con una lámina de color vainilla.
Un armario de la gama WOOD de CUBRO en su acabado más cálido, sirve de apoyo para sujetar la L invertida, que visto desde el salón adquiere una imagen de un gran cubo de cerezo. Rematando esta pieza de madera y en la entrada, encontramos un panelado de color negro. Esta pieza, hueca y oscura, sirve de charnela en el espacio para terminar con una cocina con frentes CUBRO en acabado Metal, aluminio cepillado sobre contrachapado de abedul, abierta y conectada al hall y al salón. La posición de la encimera y la eliminación del tabique que separaba la cocina, permite usar el pasillo como una zona que hace más lúdica la tarea de cocinar. Justo lo que buscaban los dueños.