Si te gusta el mar, deberías conocer estas 10 casas alucinantes
Te abrimos las puertas de 10 de las casas junto al mar que más nos han gustado a lo largo de estos 200 números de revista. ¡Para perderse!
La morada de los dioses
Situada en la isla de Siros (la principal de las Cícladas), esta casa de veraneo diseñada por el estudio Block722, se asoma al mar Egeo, un escenario mítico antaño habitado por dioses. El proyecto reinterpreta el peculiar patrimonio edilicio de la zona, donde conviven casas señoriales de influencia veneciana con las de tipología popular, los gruesos muros de piedra con fachadas pintadas en tonos suaves. La casa está compuesta por un volumen limpio y cuadrado (cocina y sala de estar) y otro rectangular para los dormitorios. El alojamiento para los huéspedes está en la ladera, definida por un muro de piedra que otorga al conjunto un anclaje formal en el paisaje y en la arquitectura local.
Visión total
Clara Solà-Morales y Eduardo Cadaval han descompuesto esta casa en prismas superpuestos cuyo aparente desorden guarda en realidad una lógica esencial: capturar, desde diferentes visiones fragmentadas, toda la belleza agreste del paisaje mediterráneo que se despliega a sus pies. Los autores abordaron el proyecto como si se tratase de un gran captador de luz natural. La piscina, a la que se llega bajando un par de escalones desde la casa, se ha ubicado en los límites de la parcela, desde donde se tiene una impresionante vista del litoral rocoso y escarpado de la costa Brava, el mar y el horizonte. Fotografía de Eugeni Pons
Un gran mirador
El esplendoroso porche con vigas de madera se abre, a un lado, a una piscina desbordante que se funde con el mar, rodeada de un jardín que desciende hasta las calas de aguas turquesas, y, al otro, a unas inmensas estancias acristaladas que se impregnan del paisaje. Así son las claves de esta casa nítidamente mediterránea de Ark International Studio. Gigantescas vigas de madera traídas de un puerto holandés cubren el porche, que se ha amueblado con canapés Bitta, diseño de Rodolfo Dordoni, y mesitas Zig-Zag, diseño de emiliana Design Studio para Kettal. La imagen la firma Eugeni Pons.
En línea
Masiva y livina a la vez, esta casa de Ramón Esteve se alza frente al Mediterráneo con volúmenes puros de hormigón blanco y muros de cristal que atrapan la luz y dibujan una arquitectura majestuosa y sostenible. La lámina de agua de la piscina desbordante se funde con el Mediterráneo. Junto a ella, la butaca Sand y la tumbona redonda Ease, diseño de Francesco Rota para Paola Lenti, se funden con el paisaje. Los pavimentos interiores y exteriores son de microcemento. Una belleza que ha sabido capturar la cámara de Eugeni Pons.
Gran angular
Espacios amplios, blancos y transparentes que se extienden sin barreras. La luz del Mediterráneo circulando libremente por todas las estancias. El agua de la piscina que se funde con el mar. Jordi Carreño reinterpreta los códigos de la arquitectura tradicional ibicenca y los plasma en esta casa luminosa y abierta que invita a extasiarse con el deslumbrante paisaje. La piscina se ha situado en la cota más alta del nivel de acceso para ofrecer el espectáculo de su lámina de agua interseccionando con la del mar. Un proyecto que ha sabido capturar con gran acierto el fotógrafo Eugeni Pons.
El lujo sensible
En una de las zonas más exclusivas del puerto de Andratx, en Mallorca, Richard Granelli ha edificado esta casa que se despliega hacia el mar. Para ponerse a la altura de su emplazamiento y de la belleza del paisaje ha desarrollado un proyecto en el que la calidad y el mejor diseño son las bases sobre las que se levanta su clara y aérea arquitectura. Esta y la Naturaleza se funden en el exterior, donde el cielo y el mar nunca se pierden de vista y la lámina de agua de la piscina se alinea con la superficie marina. Fotografía de Eugeni Pons.
Asomada al Edén
El sosiego. El tiempo detenido. El agua. La belleza de la tarde. Un desorden feliz sin rutina ni programa. Llegan días de largas horas de luz, de sueños de mar y de tardes infinitas. Las siguientes casas muestran cuatro diálogos afinados entre la arquitectura y el lugar que la acoge. Espacios extrovertidos en los que la felicidad es más que posible. Posada en lo alto de un acantilado, esta casa ibicenca, obra del arquitecto Jordi Carreño, se despliega con volúmenes escalonados que se aferran a la roca frente a un paisaje soberbio dibujado por las aguas tranquilas del Mediterráneo y atardeceres resplandecientes capturados por Eugeni Pons.
De luz y de color
Diego Varela y Emilio Medina dibujan una arquitectura orientada a la búsqueda de la felicidad cotidiana, levantada sobre una plataforma natural y con interiores luminosos y vitalistas que son cómplices de los colores del día y del horizonte. Las colinas cercanas, los pueblos blancos de la costa y el mar dibujan un paisaje suave y relajante. El límite de la casa es el horizonte, un límite que no quiere ser confín sino una apertura permanente. En todas las estancias, la vivienda está poblada de objetos en colores rojos, verdes, azules, mostaza... reflejo del paisaje. Fotos de Eugeni Pons.
Blanco y azul
Una arquitectura dramática para un paisaje fuera de serie. El color blanco en contraste con el azul del mar. La única frontera son los pinos, que ayudan a dibujar una silueta imponente. La sencillez es la opción más acertada cuando el entorno es espectacular. Líneas puras, volúmenes grandes pero sobrios. La habitación más codiciada de la casa es la terraza. Un mirador para contemplar el paisaje las 24 horas del día. Sus colores cambiantes, el horizonte infinito, una lluvia de estrellas... Los amaneceres y los atardeceres cobran un nuevo sentido. Un lugar para unas vacaciones inolvidables, en contacto con la Naturaleza.
Escalera al cielo
Como la prolongación del entorno, se levanta esta casa de líneas puras. Una volumetría esencial y un inteligente juego de vacíos y llenos. En este proyecto la historia, como en las novelas, empieza con el paisaje, la geografía...El porche es un espacio de transición entre la vida al aire libre y la que se desarrolla en el interior. Las paredes del cristal favorecen la inclusión del paisaje en el interior, en el salón, haciendo que los habitantes programen sus actividades en relación al horario solar. Un proyecto afectuoso e intimista. El abrazo de la luz. Esta casa estimula los sentidos e incita a vivir de un modo diferente.