Hacer una lista de proyectos que a uno le gustaría conocer en persona puede parecer un encargo aparentemente directo y sencillo, pero encierra su dificultad. Lo primero que uno descubre es lo difícil que es acotar la elección a un número de proyectos razonable, pero, sobre todo, encontrar un hilo conductor que explique el porqué de la selección. Al final, esta lista viene a ser una mezcla de intereses personales, viajes incumplidos, lugares a los que volver y arquitectos a los que se admira. Una cosa tengo clara: si volviera a sentarme frente al ordenador la semana que viene, seguramente la lista sería completamente distinta.
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