Estos meses de confinamiento forzado muchos de nosotros, habituados a utilizar esporádicamente el ordenador personal en casa como actividad de ocio después de la jornada laboral, hemos tenido que habilitar un espacio fijo para trabajar desde nuestro hogar de un modo más o menos sistemático.
Mientras algunos afortunados ya disponían de una estancia destinada exclusivamente a estudio, una gran parte se ha visto obligada a "rascar" metros del salón, el comedor, la cocina e, incluso, el dormitorio, para instalar allí lo imprescindible para trabajar con un mínimo de comodidad y eficiencia. Cuando se vive solo o en pareja, esto quizás no represente mayor problema. Pero cuando se trata de una familia con varios miembros –niños en edad escolar, personas mayores–, compatibilizar ese uso con otros en un espacio compartido es todo un desafío.
Por eso, aunque la casa sea espaciosa, y especialmente si dispone de jardín, la opción de contar con un espacio de trabajo exclusivo y desconectado del resto de la vivienda para concentrarse es todo un regalo. Así deben haberlo pensado Ignacio de la Vega y Pilar Cano-Lasso, integrantes del estudio delaVegaCanolasso, al crear una versión "despacho" de su proyecto Tini, la firma con la que desarrollan proyectos de casas modulares totalmente prefabricadas en España, que en 60 días son acabadas, amuebladas y transportadas en camión a cualquier parte.
Tini Despacho, de 22 metros cuadrados, se ha realizado con un armazón de acero corten forrado con tableros OSB de madera de chopo y aislado con 12 cm de algodón reciclado. Todo el mobiliario de cocina, armarios y mesas de trabajo son de madera local, de pino y chopo. Su diseño compacto permite ubicar la construcción en un entorno rodeado de árboles sin alterarlo. El resultado es un espacio que aprovecha cada metro, con un ambiente cálido desde el que trabajar y, cuando se desee, descansar y observar la naturaleza.
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