Desde el año 2002, la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos promueve el diálogo enriquecedor entre maestros y jóvenes artistas de culturas y disciplinas diferentes con el objetivo de garantizar la transmisión del patrimonio artístico mundial a las próximas generaciones.
De este modo, jóvenes talentos en campos como la arquitectura, la música, las artes escénicas y visuales y la literatura tienen una oportunidad única de acceder a la sabiduría, la experiencia y las ideas de los grandes artistas del momento para aprender, crecer y tomar el testigo en la inestimable labor de preservar el legado cultural humano.
Dentro de este programa, la nigerina Mariam Kamara (Niamey, 1979) ha podido ensanchar, bajo la mentoría del arquitecto británico-ghanés sir David Adjaye, los horizontes de su trabajo y su aportación a la arquitectura moderna africana. Kamara, de 40 años, vive cerca de Boston con su marido y su hija, pero su estudio atelier masōmī está en la capital nigerina, lo que demuestra el fuerte vínculo que la arquitecta mantiene con su país.
El fruto de este intercambio ha sido el proyecto de un centro de artes en su ciudad natal. Para ello eligieron un lugar simbólico: el valle de río Gounti Yena, un accidente geográfico que antaño marcó la separación entre los colonizadores franceses y la población autóctona, y que actualmente también representa una barrera económica y social.
Mentor y discípula concibieron un edificio que en lugar de separar uniera; un espacio público, democrático en su acceso y flexible en su uso, que contribuya al diálogo y la integración de las diversas realidades culturales y sociales de la capital nigerina.
La sostenibilidad y la eficiencia climática son componentes importantes del diseño, máxime teniendo en cuenta el clima desértico de Níger. El edificio emplea materiales locales, e incorpora en su cubierta sistemas para la recogida del agua de lluvia. Esta se utiliza para regar árboles que contribuyen a mitigar con su sombra el calor.
El proyecto ha convertido a Kamara en una figura reconocida en su país. “Necesitaba no tener miedo; creer firmemente en esto, ponerlo sobre la mesa y llevarlo en una dirección que creo que beneficia a la arquitectura y al medioambiente”, dice Kamara, quien añade: “La lección más importante que he aprendido de David Adjaye es ‘Sé fiel a ti misma’”.