Estos 25 secretos son una hoja de ruta esencial para que, del papel al resultado, todo vaya como la seda.
1. La idea principal
Lo primero que hemos de aclarar es que la funcionalidad, la utilidad o la usabilidad, como queramos llamarlo, es una cosa, y que el concepto, la idea que organiza esa funcionalidad, es otra bien distinta. Es muy habitual confundir necesidades como "la luz natural", "la flexibilidad" o "la amplitud espacial", que son características objetivas y mesurables, con nociones de proyecto. Una obra puede tener un concepto principal o varios secundarios. Debe existir una jerarquía de ideas para que cualquier decisión refuerce el concepto principal; es la única manera de armonizar y equilibrar todas las decisiones que se tomen a lo largo del proceso.
2. El momento propicio
A la hora de ponernos a pensar en las distintas aproximaciones para un diseño, es muy útil llevar a cabo determinadas rutinas de estimulación creativa; las ideas serán muchas más y más potentes. Para empezar, estos procesos es mejor hacerlos por la mañana, entre las 10 y las 12 h, que es cuando nuestro cerebro está a pleno rendimiento, y después de realizar actividad aeróbica, pues estará mejor oxigenado.
3. Asunto de especialistas
Hemos de tener en cuenta que una obra en la que queramos abrir huecos en paredes o fachadas, cambiar instalaciones o modificar el acabado de la fachada puede requerir de conocimientos técnicos. Si vamos a contar con especialistas, la clave es que se incorporen cuanto antes al proceso. Nos referimos a técnicos de iluminación o arquitectos para identificar paredes maestras o tramitar los permisos de obra.
4. ¿Cuánto me gasto?
Una de las mayores frustraciones que hemos de combatir es llegar al final de una obra sin recursos económicos para acabarla. Hemos de pensar que todas las decisiones que se toman antes y durante la ejecución afectan al presupuesto final. Es fundamental tener siempre en mente cuál es nuestro techo de gasto e ir realizando controles periódicos del mismo para saber si vamos por encima o por debajo y buscar otras opciones, ya que lo más habitual es escoger de entrada la opción más cara.
5. Decisiones tempranas
Introduce parámetros estéticos desde el principio. El moodboard ha de elaborarse cuanto antes mejor para avanzar en paralelo. A veces caemos en la trampa de pensar que las decisiones estéticas son tan solo el acabado de la obra. Efectivamente, es al final cuando se ponen en práctica, pero también se pueden utilizar como estrategia para orientarnos en la toma de todas las decisiones futuras.
6. Organización flexible
Hasta hace poco, la mayoría de viviendas se dividían en dos grandes áreas: la zona de día o activa y la zona de noche o de descanso. Todo cambió en marzo de 2020, cuando la sociedad tuvo que adaptar sus viviendas al teletrabajo y a una convivencia mucho más cercana e intensa. Ahora hemos de plantear distribuciones híbridas con zonas comodín, que alternen su uso y sus prestaciones.
7. Espacios mutantes
En el diseño en general y en arquitectura en particular, el 3 es un número mágico. Quizá por ello sea tan complejo distribuir un espacio cuadrado cuando es grande; es mucho más práctico hacerlo en L. Un truco es designar una esquina como espacio camaleón, sin uso específico, y organizar zonas concretas a su alrededor.
8. Baños segregados
Es habitual encontrar viviendas donde varios dormitorios han de compartir baño porque no hay espacio para otro. Cuando esto ocurre, existe una estrategia muy efectiva que consiste en segregar los usos del baño en tres piezas: ducha, inodoro y lavamanos; estos últimos incluso pueden estar en un espacio más accesible y compartido.
9. Zonas de distribución
Para evitar un exceso de pasillos, un truco habitual es colocar el salón y el comedor estratégicamente para que hagan de distribuidor y desde ahí se acceda a varias dependencias. Pero cuidado, no conviene que haya más de tres puertas si queremos garantizar que existan espacios recogidos sin interferir con la circulación interior.
10. Implicación con el cliente
Según el arquitecto e interiorista mexicano Jean Porsche, "entender al cliente es lo primero. Saber lo que quiere, cómo lo quiere y para qué lo quiere... Tenemos que ejercer también de psicólogos y descubrir lo que la gente no dice. Luego tenemos que mantener un diálogo con la casa, con el edificio. Pero es más difícil descifrarlo porque te lo dice sin palabras”.
11. Valores insospechados
Una de las claves de mayor impacto en la reforma de una vivienda es dedicar un tiempo a "desnudarla". Repicar algunas paredes, especialmente las de más de 10 cm de grosor, o levantar algunas baldosas en diferentes zonas podría dejar al descubierto algún material de elevado valor como ladrillos macizos manuales o suelos de baldosa hidráulica.
12. Decisiones de peso
Hemos de ir con cuidado a la hora de cambiar el pavimento. En ocasiones, por ahorrar algún dinero en el repicado y la retirada de escombros, se nos propone colocar un nuevo solado sobre el existente. Esta decisión puede aportar hasta 100 kg/m2 de peso a la estructura de la vivienda. Por lo tanto, siempre es mejor retirar el pavimento original antes.
13. Diferentes luces
La iluminación artificial es una de las herramientas más poderosas para transformar ambientes. Recomendamos aplicarla de forma que la luz siempre acompañe y refuerce el estado emocional óptimo para la actividad que se pretenda. Luz cálida, tenue e indirecta en rincones estratégicos o en las horas previas al descanso nocturno, y blanca, potente y homogénea en zonas de estudio y trabajo son tan solo dos ejemplos.
14. Beneficios ocultos
Muchas veces nos ilusionamos y tenemos tendencia a tomar decisiones en función de su impacto estético por delante de otros beneficios. Invertir en la mejora de ventanas, incorporar aislamiento térmico a las fachadas, un sistema de filtración de agua para toda la casa o una instalación eléctrica más segura y saludable no cambiará el aspecto final de nuestra casa, pero lo notaremos.
15. Reciclaje creativo
Los diseños más exclusivos no siempre tienen que ver con el precio. Una práctica muy potente y al alza es detectar objetos o materiales descartados de la obra para, a partir de ellos, crear objetos únicos. Desde mesas de centro hechas con secciones de troncos de los árboles talados del solar, lámparas a partir de tuberías de cobre o acero recuperadas, o el más clásico de todos: muebles de época restaurados. Darán juego.
16. Capacidad de síntesis
Para la interiorista Isabel López-Quesada, bregada en proyectos residenciales, "con diferencia, lo más importante de una obra es comprender bien de entrada el concepto. Entrar en un espacio y saber lo que te pide, ir al objetivo, entender lo que se puede hacer y lo que no, ver lo que hay que mejorar... Frente al bombardeo actual de imágenes e inputs, la experiencia te enseña a depurar. En cada obra intervienen tres partes: usuario, casa y diseñador. Hay que sintetizar e ir al grano para conseguir lo mejor de cada uno".
17. Amparados por la ley
La legislación vigente determina que toda intervención realizada en una vivienda ha de ser comunicada al Ayuntamiento, por ello obtendremos siempre una licencia de obra. Recomendamos averiguar de qué tipo es la correspondiente y si será necesario contratar algún técnico para obtenerla. No hay por qué alarmarse; las pequeñas obras necesitan licencias muy simples y prácticamente gratuitas.
18. Mínimo tres presupuestos
El momento de solicitar presupuestos es uno de los más delicados. ¿Pedimos uno o varios? ¿A un equipo o a distintos profesionales? Nuestra recomendación es que siempre se comparen un mínimo de tres opciones. Podemos pedir referencias a conocidos y amigos, y aunque alguno pueda ser desconocido, la opinión práctica de personas de confianza siempre nos aportarán información muy valiosa.
19. Arrebato de inspiración
La planificación no tiene por qué arrinconar ese gesto o esa pieza que apele a la emoción. Como dice la interiorista Miriam Alía, "a mí me gusta mucho usar la imaginación y crear espacios diferentes. Dar un punto de surrealismo a mis creaciones. Una de las piezas que más me ha inspirado ha sido el sofá Labios, de Dalí, que es una pieza maravillosa".
20. Comprobación in situ
El control de la obra es importante. Conviene visitarla con frecuencia, especialmente al principio, con más motivo si no conocemos o no tenemos referencias del contratista o los industriales que trabajan en ella. La visitaremos a distintas horas para comprobar que se avanza a buen ritmo y, poco a poco, podremos ir espaciando más esas visitas.
21. Entretejer complicidades
En las visitas de obra lo recomendable es imponer poco y dialogar mucho. Cada especialista sabe mucho más que nosotros sobre su oficio y conviene aprovechar ese conocimiento, aunque en ocasiones deberemos hacernos respetar. Si no interviene ningún técnico, son los industriales los que van a ayudarnos más a avanzar.
22. Trato respetuoso
El equilibrio es la clave. Si logramos fomentar un buen ambiente de trabajo en la obra, el éxito está garantizado. No queramos saber más que nadie de todo; es poco probable y poco efectivo. Si nosotros ayudamos a los industriales y los tratamos con el máximo respeto posible, ellos nos corresponderán con el mismo respeto y un trabajo bien hecho.
23. Pensar en el planeta
A la hora de escoger revestimientos hemos de pensar en clave sostenible. Cada vez hay más productos procedentes de la recuperación de otros materiales de obra. El parquet industrial a partir de trozos de madera procedentes de otros procesos, o el terrazo, cuya masa procede hasta un 60% de residuos, son algunos buenos ejemplos.
24. Interiorismo consciente
Y es que, según el interiorista Jaime de Pablo-Romero, "estamos en la era de la concienciación; o cuidamos lo que tenemos o colapsaremos. Esto se traslada poco a poco a la vivienda, no solo en su construcción o en su eficiencia de consumo, sino también en los propios materiales que se usan para realizar el interiorismo y la decoración".
25. El pago final
Es normal dudar de si una obra acabará a tiempo o no. Para tratar de garantizarlo hay quien prefiere no pagar una cantidad de dinero importante cuando llega al final como medida de presión para que el contratista se vea obligado, no solo a acabar los trabajos pactados, sino incluso a realizar algunos que ni existían al empezar. Guardar algo de dinero al final de la obra es legítimo, pero esa suma ha de ser proporcional a las tareas pendientes, no ha de ser una cantidad desproporcionada o pondremos en riesgo la salud empresarial del contratista, lo que no es justo. Entre un 3% y un 10% es lo habitual.
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