Que todos los materiales son buenos por naturaleza, pero que no todos tienen la misma implicación con el entorno que estamos construyendo nos debe hacer pensar y reflexionar. Que los materiales son uno de los elementos constitutivos más importantes en los componentes que configuran el entorno y que sus características influyen psicológicamente y biológicamente en las personas lo percibimos en nuestro día a día. Que los materiales naturales y los materiales reciclados tienen en común que nos hablan de empatía medioambiental, de sostenibilidad, de integración en el territorio, de libertad emocional es un hecho. Que los materiales han sido, son y seguirán siendo un driver de innovación lo tenemos claro.
Es una necesidad de presente y sobre todo de futuro empoderarnos del lenguaje de la materia para poder interpretar el entorno y proyectar el futuro con más criterio. Porque sabemos que la ciencia de materiales continúa democratizando la tecnología y poniéndola en nuestras manos en forma de teléfono móvil, en nuestras ciudades haciéndolas más inteligentes y resilientes, en nuestra movilidad haciéndola más versátil y eficaz, en nuestra energía permitiéndonos disponer de ella de maneras muy diversas y sobre todo en nuestro bienestar haciéndolo más y más real cada día.
Reinventar lo conocido
Las tendencias de este lenguaje de la materia, que, por cierto, debería equipararse al de los números, las letras y las notas musicales en nuestro sistema académico, en estos momentos nos muestran cómo las empresas emergentes ahora desarrollan materiales sostenibles, inteligentes y receptivos que también ofrecen propiedades físicas mejoradas.
Materiales que transmutan, plásticos que se compostan, telas que se adaptan a las condiciones ambientales o bien superficies que descontaminan el entorno. Los nanomateriales, que casi ni siquiera vemos, reinventan, transforman a los viejos materiales creando en ellos nuevas funcionalidades tanto en cuerpo como en alma.
El grafeno, que no es otra cosa que carbono, el elemento de la vida, y los materiales 2D junto con los nuevos desarrollos para la fabricación aditiva abren el camino a la industria 4.0 y a la deslocalización de la producción.
Además, el sueño de volar y de alcanzar la máxima ligereza a través de los compuestos avanzados junto con la gestión de materiales está transformando el mundo desde sectores e industrias que responden a palabras importantes en nuestra sociedad: energía, movilidad, ciudad, construcción, biotecnología, medicina, salud, bienestar, alimentación, sostenibilidad…
Materiales a la carta
Somos conscientes de que, a través de la inteligencia artificial, el aprendizaje automatizado y la computación cuántica, el descubrimiento de nuevos materiales se está acelerando de manera exponencial, abriendo paso a los tan ansiados materiales personalizados, que unas veces desde la nano escala y otras desde la micro o la macro como lo han hecho siempre, nos permitirán a todos, por ejemplo en el campo de la implantología, satisfacer las necesidades exactas de cada cuerpo de cada individuo, tanto en términos de estructura como de composición, forma y función.
Es esta satisfacción de las necesidades exactas, la perfecta interacción con lo humano, con nuestro cuerpo y con nuestro planeta, la que nos debe a todos permitir interpretar con precisión los límites de la naturalidad y de la artificialidad. La que nos deber ilusionar cuando ponemos en valor a la naturaleza como máxima expresión de conocimiento y por tanto de saber y tecnología.
Se trata de interiorizar la relevancia de los materiales en nuestra vida y en nuestro entorno maximizando las funciones del material, el respeto y la empatía por todo aquello que nos rodea. Son este respeto y esta empatía material los que definen el ansiado equilibrio virtuoso que nos acerca al soñado objetivo de la sostenibilidad. Que no es otra cosa que entender que nuestro futuro depende de los materiales que creamos y de cómo los utilizamos.
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