Este mes de marzo damos la bienvenida a la primavera y con ella llegan las ganas de pasar tiempo al aire libre. Como las temperaturas se caldean y dejan de ser extremas, las zonas de costa, con su dosis de aroma a mar, vuelven a aparecer en nuestro radar como destinos que queremos conocer. Y las ganas se acrecientan cuando lo recomienda la revista de viajes National Geographic, que acaba de escoger cuál es el pueblo más bonito al que viajar en marzo: Peñíscola.
Este pueblo de la costa de Castellón ha experimentado una importante transformación en las últimas décadas. Sin embargo, su atractivo original permanece intacto: la pequeña aldea amurallada se sitúa sobre una península rocosa donde sobresale a 64 m sobre el nivel del mar el castillo del Papa Luna, construido por Los Templarios sobre los restos de una antigua alcazaba árabe y hoy uno de sus enclaves más fotogénicos.
¿Qué ver en Peñíscola?
Esta localidad levantina junto al azul cerúleo del Mediterráneo ofrece una imagen de postal para producciones televisivas y cinematográficas. Desde que en 1913 se rodara la película Ana Cadova, la relación de la villa con el séptimo arte ha sido constante. En los enclaves más representativos de la ciudad se han rodado largometrajes como El Cid, París y Tombuctú y exitosas series como Juego de Tronos o El Ministerio del Tiempo. Para facilitar esta curiosa información al visitante, en Peñíscola se han dispuesto carteles y paneles que explican en qué escenas aparece determinado lugar, así como curiosidades de la grabación.
El casco antiguo de Peñíscola, una reliquia medieval
A la parte antigua de la ciudad, declarada conjunto histórico-artístico se puede acceder por cualquiera de sus dos puertas: el Portal Fosc fue hasta el siglo XVIII la única entrada al recinto fortificado desde tierra y cuenta con una primera línea de murallas renacentistas de influencia italiana. Tras cruzar este portal se puede ir hasta la Plaza de Santa María, una pequeña explanada acotada por muros, roca y una serie de casas encaladas, aunque también se puede ir hasta el Parc d'Artillería, un museo al aire libre con sistemas defensivos.
El otro acceso al casco medieval es el Portal de Santa María. Construido en 1754 conecta más con el mar, ya que permite otear el puerto desde las alturas. Pero, sobre todo, conduce a una serie de enclaves de esencia mediterránea. El primero, el Bufador, una gran brecha entre las rocas por la que respira el mar cuando está agitado y del que sale la espuma que salpica a los más incautos. También al Museo del Mar o a la curiosa Casa de las Conchas, con la fachada completamente llena de conchas.
El castillo, su gran icono
El casco antiguo termina donde comienza el imponente Castillo conocido como del Papa Luna por ser la sede pontificia de Benedicto XIII de Aviñón. Con un perímetro de 230 metros construidos está en perfecto estado de conservación y sus dependencias se pueden visitar. En las cuadras y salas inferiores se hace un repaso a la historia y se ahonda en la compleja simbología de la Orden de los Templarios, en su papel en las Cruzadas. También se puden conocer las estancias donde vivió el Papa y su biblioteca.
Las playas y calas de Peñíscola
Peñíscola tiene un clima privilegiado, de temperaturas suaves en invierno y cálido y templado el resto del año. Y aunque el agua está todavía fría en primavera, se pueden dar largos paseos o darse un chapuzón los más avezados, en sus numerosas calas y playas. La más espectacular es la Playa Norte, con sus cinco kilómetros de arena fina que comienzan a los pies del Castillo del Papa Luna y terminan en la vecina localidad de Benicarló. Al otro lado de la península donde se sitúa el Castillo está la Playa Sur, junto al puerto pesquero; con 850 m de longitud, tiene aguas tranquilas al abrigo del espigón y arena dorada. También a lo largo de la costa sur, se suceden pintorescas calas de aguas turquesas, como la del Moro, la del Puerto azul o la del Puerto Negro.