Graduada en el London College of Fashion, esta gijonesa, que no llega a los treinta, ha elegido la ciudad británica para instalarse. Su firma es relativamente joven, después de haberse desarrollado trabajando en varias casas de alta costura, debutó para la primavera verano del 2019 con su colección "El Matador y el Pescador”.

No es de extrañar, que en la rubrica se reflejen las técnicas clásicas de artesanía y confección con un nuevo diseño y enfoque visual. El objetivo está claro, fusionar los conceptos de herencia y lujo, introduciéndolos en la estética del hombre de hoy, y de mañana.

De hecho, en esta combinación, se adivina un sello personal: la pasión por la sastrería bajo un punto de vista de mujer, tan escaso aún en el menswear. El resultado es la simbiosis perfecta entre la funcionalidad, presente en las prendas de vestir ideadas para hombres, y la belleza y delicadeza con las que se coquetea mucho más en la moda femenina.


Carlota Barrera es una firma singular, no solo por su perspectiva innovadora, también por la importancia de la sostenibilidad en el proceso creativo.

Carlota, ¿qué has aprendido de la alta costura?

Millones de cosas: la paciencia en el ensayo-error es fundamental, la atención al detalle, el respeto por la técnica o la importancia de entrenar los sentidos (la vista, el tacto, el oído) a la hora de seleccionar buenos materiales. Y lo más importante y aplicable a muchas otras cosas, "medir dos veces y cortar una".

¿Por qué ropa para hombre?
Siempre me he sentido muy atraída por la sastrería y el componente artesanal que conlleva. La sastrería ha sido un símbolo de virilidad y de poder, y siendo mujer me atrae el reto de descontextualizarla y aportarle ese toque tradicionalmente ‘femenino’. Es un proceso de exploración de las masculinidades y las identidades de género a través de las prendas.

La seguridad en uno mismo es algo que atrae especialmente a la diseñadora.

En realidad, son prendas que queremos vestir nosotras… ¿Qué opinas de la eliminación del género en la moda?
Yo soy la primera que compro y llevo ropa de hombre, y he visto a mujeres llevando nuestras prendas a las que les queda increíblemente bien. Es interesante ser consciente de los estereotipos de género y jugar con ellos, ya sea al crear una colección o al vestirse por la mañana. Llevarlos al extremo, invertirlos, explorarlos desde la seriedad, desde el humor o la reivindicación. Nosotros diseñamos para cualquier persona, independientemente de su género, que se sienta segura/o de sí misma/o. Una de las cosas que más me gusta y me enorgullece es cuando alguien que lleva nuestras prendas me dice “Me siento increíble”. Para mí eso es lo más importante, no que haya una única figura a la que queramos vestir, si no que el que lleve las prendas las lleve porque se siente increíble en ellas.

Toda una declaración de intenciones. Como también lo es tu origen. ¿Cuánto de importante es España y su historia en tus creaciones?
Como española gran parte de mis referencias vienen de mi infancia y mi juventud, y creo que es importante que mi pasado, mis experiencias y mis raíces se reflejen en mayor o menor medida en lo que hago. Además de lo que yo he vivido, me fascina nuestra riquísima cultura, nuestro pasado y nuestro presente. Estar en Reino Unido es, para mí, una manera de redescubrir mi país desde fuera, con un ojo más observador, creando cosas con todas esas referencias, e introduciendo todo lo que me inspira en el día a día una ciudad tan grande como Londres.

Vives en Londres pero con España en el espíritu y la artesanía de la marca. ¿Crees que los españoles tendemos a menospreciarnos?
En España tenemos maravillosas tradiciones, artesanos y mucho talento. Fuimos un país referente en las artes durante muchas épocas, pero de un tiempo a esta parte se ha tenido la costumbre de admirar más lo que ocurre en el extranjero que lo que tenemos en nuestro país. Es ahora cuando estamos empezando a apreciar y realzar lo que tenemos, y es algo maravilloso. Es un orgullo ver cómo muchos artistas contemporáneos reflejan en su trabajo sus raíces españolas.

La manera de producir sin pensar en las tendencias es el gran emblema de la sostenibilidad.

¿Qué opinas del estado de salud de la moda española? ¿Y del Low Cost?
Creo que ahora mismo la moda en general tiene no uno, sino varios problemas de salud, tanto en España como en el resto de países. Los hábitos de consumo de la sociedad actual son alarmantes, parece que ha hacía falta una pandemia mundial para que mucha gente viera ciertas realidades.

Necesitamos con urgencia producir y consumir menos y mejor. Con materiales de calidad, no sólo duraderos si no que embellecezcan con el paso del tiempo, con una buena calidad de producción, que sólo se consigue con cantidades más pequeñas, manejables y gran atención al detalle, y tratando de mejorar cada proceso para que tenga el mínimo impacto negativo posible en el planeta.

¿Cuáles son tus referentes?

Por diferentes motivos, la visión de Phoebe Philo para Céline, los archivos de Martin Margiela, Jil Sander, Halston, Tom Ford para Gucci, Mick Jagger, Robert Mapplethorpe, Fellini, Christo y Jeanne-Claude, los Eames…

Los Eames son una de las fuentes de inspiración de la firma.

Hablando de orden, ¿qué condiciones necesitas en tu espacio de trabajo?

La luz natural es imprescindible. Me gusta que esté limpio de manera que se pueda trabajar, pero no tan aséptico que parezca un hospital. (También disfruto cuando las semanas previas a un desfile hay más desorden de lo habitual, hay mucho más ruido, más gente y se respira más adrenalina.) Son muy importantes los libros de archivo, un mood board amplio –en nuestro estudio ocupa gran parte de una pared– que tenemos como referencia durante todo el proceso de una colección, una gran mesa compartida para sentarse alrededor y trabajar juntos, una kettle para el té, o una impresora que funcione siempre (aún no hemos dado con ésta…).

No siempre se puede charlar con alguien de tu talento y hacerle una pregunta tan simple: ¿Qué prenda es para ti imprescindible en un armario? ¿Y aquella qué odias?

Una camiseta blanca es lo más sencillo y a la vez lo más imprescindible que hay. Si encontramos una de buena calidad y se ajusta como queremos a nuestro cuerpo, es una prenda que dura toda la vida.
Lo que más odio es esa prenda que está en el armario sólo porque es "lo último” y “lo más cool de la temporada”, y a los seis meses dejará de gustarnos tanto.