En 1995 abrió por primera vez sus puertas el histórico Maroma, que hoy se ha convertido en la primera propiedad del portfolio de Belmond en Norteamérica. Este legendario alojamiento, ubicado en la Riviera Maya, en la costa entre Cancún y Tulum, ha conseguido transformarse sin perder su esencia. Rodeado de 80 hectáreas de selva tropical junto a las playas de arena blanca de la costa caribeña mexicana, el hotel de 72 habitaciones ha renacido después de dos años de reforma para presentarse como un lugar refrescante en el que el diseño, las tradiciones y la cultura mayas están presentes.
Un homenaje a la artesanía y el diseño mexicanos
Los edificios blancos y curvilíneos del establecimiento siguen las formas geométricas mayas y la restauración ha sido guiada por la interiorista Tara Bernerd, que ha priorizado la importancia del uso de materiales autóctonos. Así, siguiendo esa filosofía, el 80% de los muebles y los objetos se han creado a mano en México, desde las más de 700.000 baldosas de barro de Jalisco pintadas a mano por el ceramista José Noé Suro para las habitaciones; pasando por las alfombras de henequén, un tejido que procede de especies específicas del agave, que adornan los espacios; o las cajitas diseñadas por Eduardo Rincón para exponer diferentes plantas autóctonas.
El nuevo Maroma invita a disfrutar de una experiencia desenfadada pero muy chic en un entorno similar al de una hacienda. El diseño sencillo anima a los huéspedes a relajarse en los espacios comunes y a descubrir rincones íntimos y ocultos con detalles exquisitos, como los textiles tejidos a mano de Oaxaca, las baldosas tradicionales de Saltillo de Guadalajara, las puertas típicas de Yucatán con sólidos marcos de madera, y los candelabros de conchas diseñados por Tara Bernerd & Partners, inspirados en las joyas de jade mayas. En el resort, las líneas curvas, las formas orgánicas y las vistas al mar Caribe crean una profunda conexión con la naturaleza. Las tres piscinas de la propiedad también se han reformado por completo con azulejos Sukabumi hechos a mano con piedra volcánica en los mismos tonos turquesa de los cenotes naturales de la región.
Las habitaciones
Uno de los grandes atractivos de la renovación del hotel son las diez nuevas suites con vistas al mar y acceso directo a la playa y algunas cuentan con piscina y jardín privados. Maroma ha colaborado con la marca con conciencia social Collectiva Concepción para crear caftanes para los huéspedes, todos ellos bordados a mano por artesanas de Chiapas. La marca de fragancias Xinú de Ciudad de México concibió un aroma y artículos de baño personalizados inspirados en el árbol de amate, el olor de la arcilla, el místico incienso y el limón.
Sabores regionales y vibraciones curativas
El icono ha renacido con 72 habitaciones, suites y villas decoradas con materiales locales, estampados típicos y artesanía tradicional, así como cuatro restaurantes, entre los que se incluye el nuevo Woodend by Curtis Stone del famoso chef galardonado con una estrella Michelin, y Casa Mayor, donde el chef ejecutivo mexicano Daniel Camacho deleitará con una cocina local auténtica.
Por su parte, el biofílico Maroma Spa by Guerlain que abrirá sus puertas en noviembre se afirma como un retiro de bienestar holístico con nueve caminas para tratamientos naturales y experiencias inmersivas para los huéspedes, e incluye una botica y el Meliponario, hogar de la abeja melipona.
Además, el Maroma hace honor a su legado protector de la comunidad y el medioambiente con innovadoras iniciativas de sostenibilidad tanto en la propiedad como en la zona que la rodea. El hotel simboliza el alma más pura de Yucatán y entra en una nueva y fascinante era en el corazón de la Riviera Maya.