Este estilo decorativo encuentra en la simplicidad, la autenticidad, lo natural, lo imperfecto e inacabado y el vivir ajeno a las modas su razón de ser. Es un paradigma estético y también filosófico, ya que otorga una dimensión espiritual a la vida y al arte de vivirla. Inspirado en una filosofía japonesa del siglo XII, el wabi-sabi aboga por la belleza de las cosas simples e imperfectas y alude a vivir la vida con conciencia, con el deseo de consumir menos, pero mejor.
En este estilo que viene de Japón prima una gama cromática basada en tonos claros, neutros o apagados, la selección de textiles apuesta por lo orgánico y natural y los materiales patinados, agrietados y desgastados muestran sus asperezas, por eso se dejan a la vista, sin ocultar, las grietas en las paredes de yeso desgastadas, las hendiduras en los objetos y las otras marcas que el tiempo plasma. La sencillez y el vacío también se destacan. Esta filosofía alude a la libertad a través de una estética que venera la autenticidad en contraposición a la frialdad de lo ostentoso y fabricado en serie.