El salón es el corazón de cualquier hogar, un espacio donde convivimos, nos relajamos y compartimos momentos especiales. Sin embargo, durante años, la decoración de interiores ha estado dominada por una obsesión: hacer que los espacios parezcan más amplios y luminosos. Pintar las paredes con colores claros, elegir muebles ligeros o evitar ciertos elementos decorativos han sido reglas impuestas para quienes tienen salones pequeños. Pero, ¿realmente esa es la única manera de crear un ambiente acogedor y estéticamente atractivo?
Abel de González, interiorista y creador de contenido especializado en decoración, desafía esta creencia. “De qué sirve tener una casa un poquito más amplia y luminosa si realmente no es de nuestro gusto”, plantea. Para él, la clave está en priorizar nuestras emociones y preferencias sobre las limitaciones espaciales. ¿Cómo lograrlo? A través del color, la textura y la elección de piezas que reflejen nuestra esencia.
Las claves de una decoración emocional, según Abel de González
El poder del color: una herramienta clave
El color es uno de los elementos más poderosos en el diseño de interiores, capaz de transformar por completo la percepción de un espacio. Para Abel de González, la elección del color no debe estar dictada por la idea de que un tono oscuro hará que la habitación se vea más pequeña, sino por la emoción que queremos transmitir. “Podemos conseguir cualquier ambiente si nos atrevemos a introducir los colores adecuados”, explica. Desde tonos vibrantes y alegres para una casa llena de energía hasta tonalidades más oscuras y profundas para quienes buscan un entorno acogedor y elevado.
Si la indecisión sobre cómo combinar colores te frena, el interiorista recomienda el círculo cromático como herramienta infalible para encontrar combinaciones armoniosas. Por ejemplo, si tienes un sofá azul oscuro, puedes complementarlo con verdes o morados para crear un efecto envolvente y sofisticado. También puedes incorporar un tercer tono complementario, como el rosa, para aportar dinamismo y equilibrio visual.
Rompiendo mitos: papel pintado, molduras y mobiliario con carácter
Otro de los grandes mitos que González desmonta es la idea de que los espacios pequeños deben evitar elementos decorativos recargados. El papel pintado, por ejemplo, ha sido muchas veces descartado en salones reducidos por miedo a que minimice el espacio visualmente. Sin embargo, si se elige con criterio y en función de nuestras emociones, puede elevar cualquier estancia a otro nivel. “Si priorizamos nuestros gustos y emociones y elegimos un papel que realmente amamos, disfrutaremos y embelleceremos nuestro salón haciéndolo único”, afirma.
Las molduras y los rosetones en el techo, a menudo reservados para grandes viviendas, también pueden encajar en cualquier espacio. “Añadir molduras embellece cualquier estancia, independientemente de su tamaño”, comenta Abel, señalando que pueden ser la solución perfecta para quienes quieren aportar carácter sin recurrir al color en las paredes.
En cuanto al mobiliario, el interiorista enfatiza que no debemos limitarnos a piezas pequeñas por miedo a sobrecargar el espacio. “Podemos tener una preciosa librería de suelo a techo o un secreter voluminoso en madera oscura sin que eso reste encanto”, señala. Lo importante es que cada elemento tenga un propósito y una conexión emocional con quien lo habita.
Iluminación, espejos y plantas: los detalles que transforman
La iluminación es otro factor clave en la decoración emocional. En lugar de buscar lámparas discretas que pasen desapercibidas, Abel de González anima a convertirlas en protagonistas. “Una lámpara de techo bien elegida puede ser el punto focal más bonito de todo el espacio”, sugiere. Lo mismo ocurre con los espejos: en vez de usarlos exclusivamente para ampliar visualmente la habitación, él recomienda optar por diseños que realmente enamoren y aporten estilo.
Las plantas, por su parte, no deberían verse limitadas por el tamaño del salón. El interiorista advierte sobre el error de colocar plantas demasiado pequeñas por miedo a recargar la estancia: “Si queremos, podemos. Es ahí cuando aparece la personalidad y el carácter del espacio”, concluye.