La primera vez que Charles Rennie Mackintosh descubrió su amor por las plantas fue en su Glasgow natal, cuando era pequeño. Vivía en un barrio rodeado de vegetación, y pronto empezó a representar aquella explosión de vida en su cuaderno.
Quién le iba a decir que, más de un siglo después, esa pasión por dibujar la naturaleza inspiraría colecciones de moda de las firmas más prestigiosas, como la que le dedicó en 2018 Loewe bajo la batura de su director artístico Jonathan Anderson. Sus interiorismos también dejaron una impronta que puede rastrearse en películas como Blade Runner o Inception.
Su nombre está principalmente vinculado al diseño por la Escuela de Arte de Glasgow: fue el impulsor y el mayor exponente del grupo conocido como la “Glasgow School” y se distinguió fundamentalmente porque recuperó los valores más auténticos del lenguaje escocés y del gusto neogótico.
Arquitecto, diseñador de muebles, ilustrador... Mackintosh demostraba tener un estilo propio en cada empresa que emprendía. Precisamente por su naturaleza multitarea, cada uno tiene su versión favorita de Makintosh. Hay quien adora su lado Arts & Craft. Hay quien considera su silla Hill House una sublimación de la geometría. Hay quien se apasiona contando los detalles de edificios tan originales como la iglesia Queen’s Cross o la Hill House en Helenburgh (1903). Y los hay que no pueden pasar por Glasgow sin tomarse un té en uno de los bellísimos salones –como el de Miss Cranston– que diseñó junto a su esposa, la artista y diseñadora Margaret Macdonald, con quien firmó gran parte de sus proyectos. Mackintosh lo abarcó prácticamente todo.