En conexión con el paisaje y la arquitectura mediterránea, Can Bau se erige como un refugio estival pensado para disfrutar el momento. Ubicada en el pueblo de Moraira, en plena Costa Blanca, sus 198 metros cuadrados distribuidos en una sola planta mantienen una conexión continua entre exterior e interior. Su arquitectura, a cargo del estudio Viraje, y su interiorismo, firmado por Paloma Bau Studio (propietaria de la casa) mantienen una armonía absoluta. "Cualquier generación que habite o vaya a habitar la casa sentirá esa sensación de verano mediterráneo infinito", nos cuentan los diseñadores.
La casa carece de ornamentos en su construcción. "Queríamos crear un espacio atemporal, muy calmado; minimizando los recursos decorativos al mínimo y utilizando materiales tradicionales", explican desde Viraje Arquitectura. Y nos cuentan al detalle. "La estructura realizada con bovedilla cerámica queda vista en las áreas principales de la vivienda. Todo el pavimento está realizado en el mismo material: hormigón fratasado. Incluso en la piscina existe esa continuidad. Todo el revestimiento interior, exterior, de zonas húmedas y muebles de obra está realizado mediante mortero de cal".
Materiales sencillos y construcción sin ornamentos
La carpintería de la casa también presenta el mismo acabado, a diferencia del exterior que se realizó en madera de iroko y el interior, que es del mismo tono que las paredes. Complementando estos materiales, la paleta de colores resulta muy calmada. Además, se ha utilizado piedra y materiales naturales como el esparto y el cañizo en el exterior.
La parcela cuenta con zonas cubiertas de piedra y áreas ajardinadas con especies autóctonas y plantas aromáticas. Se ha prescindido de utilizar césped para que sea la pinocha de los grandes pinos centenarios que había en la parcela la que genere un manto sobre la tierra.