Pocas casas habrá en Almería ciudad como la que la interiorista Gema Gutiérrez, al mando del despacho Puntofilipino, entregó a principios del año pasado. La vivienda no resulta insólita por su número de metros cuadrados –tiene 140, un tamaño estándar-, ni por romper excesivamente con la estética del alrededor –su fachada se ha mantenido intacta-. La clave del proyecto, titulado Casa R+1. Oasis urbano, es que se aleja de las distribuciones tan compartimentadas a las que sigue ciñéndose la arquitectura española. En lugar de pasillos descomunales con una sucesión de cuartos minúsculos, lo que aquí se plantea es una residencia en torno a un patio central. "A la clienta le encanta el verde, así que era de obligado cumplimiento que hubiese una zona ajardinada en el interior", informa Gutiérrez por videollamada.
Para resolver el patio, en el estudio optaron por levantar sus paredes y puertas correderas con cristal y marcos de madera, de modo que la luz de Almería pudiese filtrarse por el interior y bañar las diferentes estancias, divididas en dos áreas. Por un lado el único dormitorio con su baño propio, la parte privada de la casa ideada para que quedase reservada y medio oculta, y por otro una gran zona pública estructurada en forma de 'L' la cual rodea el patio sin ningún tabique divisorio, englobando así salón, comedor y cocina. Dice la interiorista que esta última estancia es la que más le gusta: "Por el formato que tiene pero también por la persona que le saca partido". Se explica: "A la clienta le encanta cocinar y, además de coser, ella pasa horas y horas pintando".
Por lo que cuenta Gutiérrez, la propietaria es de las que le gusta recibir a gente para desayunar y comer. "Y si te fijas", puntualiza, "al lado de la cocina se instalaron dos mesas. Una es para los comensales, y la otra está pensada de cara a largas sobremesas o a las aficiones de la clienta". De hecho, esa segunda mesa es lo primero que todo el mundo ve nada más entrar a la vivienda, a la que se accede por ascensor y escalera desde el rellano de abajo, el que da a la calle. ¿Costó convencer a la clienta de una distribución así? "En España es difícil de por sí, porque al abrirlo todo se piensa que no va a haber intimidad ni independencia, cosa que aquí la hemos conseguido sin necesidad de hacer cerramientos", asegura la autora.
En Puntofilipino lo han logrado utilizando los muebles como elementos divisorios, y de una selección de firmas que va desde las italianas Vaselli y Flexform a la estadounidense Richard Wrightman, la vietnamita District Eight o la danesa Finn Juhl, pasando por los papeles pintados de la casa milanesa Wall&decò y luminarias de la interiorista parisina Emmanuelle Simon, Workstead (con sede en Nueva York) y &Tradition (Copenhague). En todo el mobiliario reina la madera, igual que en los suelos y algunos revestimientos, junto a la piedra natural, mármol, elementos de barro y detalles y apliques metálicos en bronce.
Otro de los asuntos que a la clienta le preocupaban era el contar sí o sí con un dormitorio adicional de invitados. "Es lo que a menudo ocurre", considera Gutiérrez: "Acabas reservándole metros cuadrados a un espacio que la mayor parte del tiempo estará vacío". Como alternativa, en el estudio aprovecharon la subida de los peldaños, los que hay justo en la estancia del salón, para colocar una serie de colchones que se pueden sacar siempre que venga un invitado. Y si acuden varios, existe la posibilidad de pasar la noche en los sofás-cama, de acuerdo a la responsable de Puntofilipino: "Tardé en convencer a la clienta en ese aspecto, pero yo creo que ha merecido la pena. Al fin y al cabo, en este proyecto hemos conseguido exprimir al máximo cada uno de sus espacios y rincones".