A Irene Vidal le gusta ser una buena anfitriona, algo que ha cultivado a lo largo de los años en los diversos restaurantes que ha regentado. Por eso, cuando abordó la reforma de su propia casa en este piso señorial asomado al Turó Park de Barcelona, su objetivo fue crear un ambiente espacioso, acogedor y bañado por la luz natural y las vistas del parque, en el que su familia y los amigos a los que gusta recibir se sintieran cómodos. La intervención fue compleja dado que se hacía en un edificio catalogado, diseñado en los años cuarenta por Francesc Mitjans.
El proyecto arquitectónico de Damián Ribas ayudó a salvar los obstáculos, entre ellos la fragmentación del espacio original para incorporar las antesalas interiories a las estancias principales, eliminando de este modo los pasillos. Se suprimió asimismo la entrada de servicio, sustituida por un aseo de cortesía, y, en consonancia con la querencia de la interiorista por la cocina, esta se abrió al salón para que se convirtiera en otro lugar social. Irene llenó el nuevo espacio con muebles de herencia familiar, entre los que figuran piezas icónicas del diseño español. Con ello, la interiorista ha logrado preservar la personalidad y nobleza típicas de las viviendas del entorno, pero incorporando el espíritu, la funcionalidad y el confort propios del siglo XXI.