Se parece, en principio, a una casa tradicional japonesa, con sus aleros volados. Pero el estudio Katsotoshi Sasaki ha construido una versión invertida de aquel modelo, con habitaciones cerradas que ocupan solo una pequeña parte del espacio cubierto. Es justamente la relación entre el espacio estrictamente interior situado bajo la cúspide del techo y el que cubren los aleros lo que está invertido. Esta operación, sobre un plano en forma de cruz, ha permitido el trazado de cuatro jardines en esa amplitud al aire libre, dos de ellos junto a las habitaciones. Estos jardines cubiertos están pensados para que sirvan como una extensión de los interiores. "Ese gran espacio techado pero al aire libre facilita que la vida se extienda hacia el exterior, excepto en pleno invierno", explica Sasaki.
El proyecto supone también una crítica o más bien una solución sugestiva al tipo de edificación que abunda en el Japón actual, con sucesión de casas cerradas, enfáticamente privadas, desdeñando la posibilidad de habitar en alguna medida en el exterior. En la Casa Kasa (así se llama el proyecto de Sasaki) la ventaja de esta inversión de la tipología tradicional es múltiple. En el comedor acristalado, los dueños de casa y sus invitados se sienten como si estuvieran comiendo fuera. Las paredes de vidrio se han colocado entre dos brazos de la cruz estructural, para crear un espacio luminoso donde comer junto al jardín. "E incluso trabajando al aire libre, el espacio techado hace que los habitantes se sientan envueltos, protegidos por el edificio". Los brazos de la cruz organizan la distribución horizontal y vertical de la casa, con las vigas a la vista y la cercanía alternada de los cuatro jardines que rodean la Casa Kasa. Aunque se diferencia de viviendas vecinas, el proyecto no es tan extremo como otros realizados por el estudio: la proeza de una casa de tres metros de ancho y otra, hexagonal, con un escultórico techo de listones que cuelgan de la sala de estar.