En todos sus trabajos, los componentes del estudio polaco PL Architekci, establecido en Poznan, se declaran partidarios de las formas simples y sólidas; prefieren limitar y eliminar elementos innecesarios que "colorear" y decorar. Al ver esta casa, resulta evidente que cumplen con esta premisa. En la Casa Blanca, como la denominan ellos, su forma está en primer plano, pero su diseño no desea deslumbrar: desprende refinamiento desde la sencillez de sus volúmenes. Las líneas inclinadas del techo coinciden exactamente con las líneas de las ventanas y la forma del edificio. Aunque la casa contrasta con el verde del entorno, lo complementa y vive en simbiosis con él (tampoco se ha cortado un solo árbol).
Grandes paredes blancas se convierten en un escenario para el juego de sombras de los árboles, dando movimiento y vida a la casa. La parcela sobre la que se edificó tiene un inconveniente: de los 900 metros de superficie, casi 300 metros están ocupados por un estrecho acceso que impone, de hecho, la forma en L del edificio. Además, la normativa local exigía techos inclinados a dos aguas o a varias aguas. Estas limitaciones, sin embargo, no se ajustaban a la imagen que los clientes tenían de su futuro hogar ya que querían una arquitectura moderna y minimalista con una sala de estar alta y techo plano. Toda la idea de la casa realmente surgió de la búsqueda de un diseño de techo inclinado, de modo que por un lado cumpliera con la normativa, pero consiguiendo que no se asemejara a un clásico "granero", sino a un edificio moderno. Los interiores conectan con el jardín: grandes ventanales enmarcan las vistas y se convierten en cuadros naturales en las paredes. Cada detalle está cuidadosamente pensado y realizado.
En este proyecto no hay moda, sino atemporalidad. No se despliegan adornos ni objetos innecesarios, solo hay puro funcionalismo y materiales de alta calidad, duraderos y ecológicos. Todo sigue el principio miesiano de que "menos es más" que, por muy manido que suene, sigue vigente.