Cinco casas, cinco firmas plasmadas para hacerse con cada una de ellas y cinco oportunidades perdidas. Tuvo que llegar la sexta para enamorarse y además, hacerse con ella. Masquespacio, o lo que es lo mismo, Ana Hernández y Christophe Penasse, encontraron su estudio-hogar en una típica casa valenciana antigua de 1952 que tenía todo para ser su perfecto rincón en el mundo: un entorno precioso, un buen tamaño para vivir arriba y trabajar abajo (450 metros cuadrados) y mucha luz, además de todo lo que hace tan especial una construcción de esas características. “Al llegar a nuestra casa, en un minuto puedes reconocer en la fachada los detalles de una vivienda de principios del siglo XX con este estilo, con sus adornos de celosías y la puerta original de madera. Nuestra intención siempre ha sido mantener la esencia del carácter histórico de la casa, respetando la belleza de su pasado”, explica el estudio.
Con ese lienzo, el resto fue traducir en texturas y experiencias los coloridos tan expresivos que caracterizan al estudio valenciano y que tanta personalidad otorgan a todos sus proyectos. Aunque este sería un poco más especial al tratarse de lo que iba a ser su estudio-hogar y porque además tenían claro que iban a mantener el carácter de la vivienda.
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