Amberes es una ciudad que bulle, donde viven y trabajan artistas y creativos como el interiorista Jim Dierckx, quien encontró en un edificio tricentenario, que era una "residencia de las palomas de la ciudad"–un modo gráfico de describir su estado de abandono– el lugar que sería su hogar. "Nos enamoramos del espacio y vimos el potencial. Sin embargo, muchos de los elementos originales desaparecieron; era inhabitable", nos explica Dierckx, quien añade que "quería sentir la autenticidad del edificio. Funcionalidad espacial, luz, autenticidad y sencillez iban a ser los principales componentes. Por lo tanto, trabajé con los pocos elementos originales allí donde se podían salvar, introduje la luz natural en el interior, perseguí el confort e hice todo lo posible para que transmitiera una sensación de atemporalidad". Era importante que contara con tres dormitorios y dos baños, así como una sala de estar, una amplia cocina, un recibidor y una oficina. Para ello cambió totalmente la distribución y eliminó paredes con el fin de que se respirara una sensación de amplitud.
El apartamento tiene 200 metros cuadrados en una sola planta, en forma de U. La cocina, el salón y los dormitorios están situados alrededor del patio, que introduce luz natural en cada estancia, tamizada por cortinas de lino en tonos crudos. Trabajaron con suelos de roble colocados en un patrón tradicional y con una pátina auténtica, combinados con otros de hormigón industrial en un tono cálido, puertas invisibles con herrajes tradicionales, puertas de cristal con marcos de alumino blancos y paredes del mismo color neutro. El repertorio de mobiliario es una colección de piezas icónicas del siglo XX que han ido reuniendo a lo largo de los años para cuando llegara el lugar que, sin duda, les corresponde.