En las afueras de Praga, las zonas residenciales para las familias acomodadas han atraído a arquitectos modernistas de vanguardia que plasmaban los sueños de sus propietarios en casas con ventanas corridas, techos planos y calefacción central. El delirio romántico de la construcción típica con techos inclinados, ostentosos ladrillos de piedra y revestimientos de ladrillo superfluo, solían ser el hazmerreír de los profetas del mundo industrial. Pero, por suerte, todavía quedan vestigios de un pasado de estilo historicista con más de un siglo de historia y en las que han crecido varias generaciones. Al equipo de No Arquitectsle pidieron traer al siglo XXI una de esas casas y, tras su intervención, la ha aislado, se le ha incorporado bombas de calor y suelo radiante y se ha estabilizado la humedad exterior.
"Cuando nos acercamos por primera vez a esta casa en particular, no parecía una residencia elegante. Aunque era necesaria una reforma completa, decidimos mantenernos fieles a ella, incluido el jardín. Limpiamos la casa y repintamos y unificamos los parches asimétricos. Hablando metafóricamente, pusimos un nuevo forro, añadimos una cremallera en lugar de botones y lo alargamos todo. Todavía se puede ver claramente en el armario, en la calle, qué tipo de abrigo, casa es: una en la que no hace frío y es genial para usar", cuentan desde el estudio checo.