El estudio australiano Robson Rak fue el encargado de levantar (y decorar) esta construcción de piedra de 900 m2 a las afueras de Melbourne. Distribuida en tres plantas alrededor de dos patios interiores, la vivienda es un monolito austero y sobrio que recuerda a una cueva o a una gran escultura primitiva de hormigón.
Troquelada con arcos, muros curvos, volúmenes geométricos y pequeñas aberturas repletas de vegetación, es, a la vez, sobrecogedora y cálida, fría y verde, imponente e íntima. Quizá por eso Kathryn Robson y Chris Rak, sus "padres" intelectuales, la bautizaron The House of Stone and Soul (la casa de Piedra y Alma), sintetizando su carácter dual.
"Nuestra intención era crear un lugar atemporal que aportase una sensación de paz y tranquilidad, un refugio para un matrimonio y sus cuatro hijos", aseguran. En la planta baja, construida bajo tierra, dispusieron la habitación de invitados, un gimnasio y el cuarto de juegos, mientras que en el primer piso se sitúan las zonas comunes (salón, comedor, cocina, piscina, spa y librería) y en el segundo, los seis dormitorios.
"La vivienda está pensada para resistir a los elementos y al paso del tiempo, y envejecer con dignidad. Utilizamos materiales contundentes, como la piedra y el ladrillo hecho a mano. La caliza transmite una sensación casi primitiva, las paredes cuentan historias", remarcan los arquitectos.
Los dueños les dieron carta blanca no solo para encarar el proyecto, sino también para elegir los muebles y hasta las obras que visten las paredes. Una de ellas, quizá la más impactante, firmada por el australiano John Young, da la bienvenida a sus visitantes en la entrada.
La mayor parte de las piezas que componen el interiorismo, desde los sofás a las lámparas o los picaportes de las puertas, fueron bocetados por Robson Rak y fabricados por artesanos locales, aunque hay guiños de diseño aquí y allá.
"Los patios de luz atraviesan los tres niveles y conectan las habitaciones entre sí y con la vegetación, en un homenaje sutil a la arquitectura mediterránea", explican Kathryn y Chris, que deliberadamente eligieron una paleta muy neutra de colores para enfatizar la sensación de cueva y refugio, pero muebles outdoor con color de la española Kettal para recrear la cercanía intelectual a este mar.
En las tripas de la estructura se esconde la domótica, alimentada por un panel solar, mientras que la ventilación cruzada ayuda a que la temperatura se regule sola.
En las tripas de la estructura se esconde la domótica, alimentada por un panel solar, mientras que la ventilación cruzada ayuda a que la temperatura se regule sola.
"Es una casa tejida con mimo y detalle, confeccionada por artistas y artesanos australianos, que busca paz y tranquilidad por encima de todo", concluyen los arquitectos.