El mar, la arena y la vegetación son los referentes a partir de los cuales el mexicano Estudio Carroll diseñó Casa Toro, un brutalista tótem de hormigón y madera en la costa de Oaxaca, al sur de México. Sus 250 metros de superficie interior se distribuyen a lo largo de dos volúmenes cilíndricos fabricados a partir de un hormigón azulado "que evoca el océano Pacífico que se ve desde las terrazas", nos explica el autor intelectual del espacio, Miguel Ángel Carroll.
"Buscamos una arquitectura desengrasada y honesta, definida por una yuxtaposición de masas sólidas y aperturas protagonistas, con una gama cromática muy simple y materiales autóctonos", sigue. La casa, de hecho, "parece emerger del terreno como una extensión del mismo, mimetizándose con el paisaje, como un testimonio de integración, respeto y permanencia en su contexto". Los límites entre el interior y el exterior son difusos, versátiles y permeables, separados apenas por mamparas y puertas correderas de madera de macuil.
Los diferentes espacios se distribuyen en dos plantas. En la baja se localiza el acceso principal, construido a un metro sobre el nivel de terreno, que conecta el vestíbulo con el comedor, la cocina y una sala de estar abierta a la terraza, el jardín y la piscina. En el piso superior se encuentran los dos dormitorios con sus baños respectivos. La habitación principal se prolonga en su propio mirador y jacuzzi, pensados para presenciar los espectaculares atardeceres oaxaqueños.
"Los tonos azules del hormigón recuerdan al mar, mientras que sus arcos nos remiten a olas imaginarias que rompen sobre los suelos y paredes de chukum (mezcla de resina de árbol con cemento blanco y piedra caliza)", asegura el arquitecto. Los materiales son locales, igual que los muebles comprados en tiendas y galerías del cercano Puerto Escondido, y la vocación de la casa es la sostenibilidad. "Esa responsabilidad medioambiental fue el faro que iluminó nuestra visión del proyecto cuando se nos propuso crear la residencia de una pareja que buscaba un refugio-paraíso en la costa".
Los espacios habitables potencian el paso de los flujos de aire naturales y de las corrientes marinas para permitir que la vivienda se refresque sin necesidad de utilizar aire acondicionado. "Casa Toro nace de una reflexión profunda sobre el impacto de las edificaciones en su entorno. Su objetivo es la completa armonía con el paisaje y la naturaleza", concluyen desde el despacho.
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