RCR Arquitectes son Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, un consagrado estudio de arquitectura que desde su sede en Olot, en La Garrtoxa gerundense, ha proyectado hacia el mundo durante casi tres décadas grandes obras con una particular y telúrica firma. Materiales que evocan la naturaleza volcánica del lugar de origen de sus autores y que desbordan expresividad, como son el acero cortén, la piedra sin desbastar o el hormigón visto, dan forma a una particular manera de diseñar edificios basada en el esbozo con acuarela y el soporte volumétrico de la maqueta.
Esta audacia constructiva acaba de ser merecedora del Pritzker de arquitectura, premio cumbre a una carrera que el trío recibirá en Tokio el 20 de mayo. El jurado del galardón ha destacado de ellos su trabajo colaborativo. "El proceso creativo, la visión del estudio y todas las responsabilidades se comparten por igual entre los tres. Eso hace que su impacto en la profesión trascienda su obra", señalaba Thomas J. Pritzker, presidente de la fundación Hyatt, que patrocina unos premios que solo habían recalado en nuestro país para reconocer la trayectoria de Rafael Moneo, en 1996. Es posible que el León de Oro obtenido por el Pabellón de España en la última Bienal de Venecia haya ayudado a devolver el foco hacia aquí.
Sorprende en todo caso que el Pritzker se haya fijado en RCR Arquitectes porque apenas tienen obra fuera de Cataluña. Pero como el mismo jurado ha recalcado, su trabajo, por muy modesto que pueda parecer, "cumple con lirismo y admirablemente las exigencias de una arquitectura que cuida de la belleza física y espacial, y es a su vez funcional y respeta los procesos artesanales. Aunque si algo les hace destacar es su capacidad de levantar edificios y crear espacios que son de alma local y universal a un mismo tiempo".
En declaraciones al The New York Times según se anunciaba la adjudicación, Carme Pigem también resaltaba que el trabajo colaborativo es consustancial al estudio: "A veces decimos que somos seis manos y una sola voz". El resultado es un trabajo impecable y riguroso que ha dado como excelsos frutos obra como el museo Soulages en Rodez (Francia, 2014), un conjunto metálico de volúmenes ciegos que con diferentes alturas crea un interesante ritmo en las fachadas y el desnivel sobre el que se sitúa el edificio permite, por un lado, minimizar su impacto visual hacia el parque vecino—ya que parte permanece semienterrado— y por otro, mostrar una imagen más monumental hacia la zona baja de la ciudad.
La biblioteca y el hogar de jubilados de Sant Antoni, en Barcelona (2007), es otro ejemplo de cómo saber interpretar un paisaje, aunque en este caso radicalmente distinto, pues se inserta entre humildes edificios de viviendas. La opción de la fachada acristalada ofrece luz y transparencia en un entorno cerrado. También es un acierto por los mismos motivos su famoso restaurante y hotel Les Cols, en su Olot natal (2006), un universo de reflejos y texturas imprevistas en el que el entorno natural se adentra en los espacios, valga la redundancia, con la máxima naturalidad.
La otra vertiente de la actividad de RCR se enmarca dentro de la fundación privada Bunka, dedicada a la promoción cultural y artística centrada en su comarca natal, La Garrotxa. Desde allí programan workshops, conferencias, proyecciones de películas, exposiciones, ediciones y presentaciones de libros e incluso becas. Un complemento perfecto para la obra de un equipo que entiende la arquitectura como un vínculo con el territorio. "Para nosotros es muy importante la conexión con el lugar, sea un paisaje natural, un edificio o una ciudad. La clave es estudiar la potente relación entre lo existente y lo nuevo", sintetiza Pigem.
Enhorabuena a los tres.