Cada hogar español emite a la atmósfera 5 toneladas de CO2 al año, según datos de la Fundación La Casa que Ahorra. Esto se debe fundamentalmente a la energía que consumimos para vivir en condiciones de confort, lo que supone un gasto medio de 700 euros anuales por vivienda. Una factura que no ha hecho más que crecer –un 50% desde 2007–, en parte por culpa de aislamientos deficientes, electrodomésticos antiguos y hábitos inadecuados. Poner coto al despilfarro no es solo cuestión de sensibilidad medioambiental, sino sobre todo de amor por nuestro bolsillo. Si antes ahorrar era el resultado de un sacrificio, ahora el buen diseño y la tecnología hacen que ya no sea sinónimo de incomodidad, sino de inteligencia. En este decálogo encontrarás las mejores ideas para convertir tu casa en el colmo de la eficiencia.
01
Adaptar la casa al entorno para reducir su consumo
Una casa bien orientada se calienta gratuitamente en invierno gracias al sol y se mantiene más fresca en verano reduciendo la necesidad de aire acondicionado. En climas fríos se recomienda abrir huecos hacia el sur para aprovechar al máximo el sol. En los climas cálidos podemos aliarnos con elementos arquitectónicos como aleros y también con la vegetación exterior para proyectar sombras que eviten que el interior se caliente en exceso.
02
Ventanas con doble acristalamiento
Las ventanas son un punto de fuga térmica considerable. Se estima que el 25% de la energía de calefacción y refrigeración se pierde por cerramientos acristalados de baja calidad. Al igual que los electrodomésticos, las ventanas han adoptado un sistema de etiquetado energético, con una doble clasificación: la escala de la A a la G mide el comportamiento en invierno, mientras que las estrellas indican la protección frente a la irradiación solar en verano. Los modelos con doble acristalamiento, cámara de aire y rotura de puente térmico son los que mejor aíslan del frío y el ruido. Sin embargo, en climas templados como el mediterráneo probablemente no haga falta una ventana de clase A y tres estrellas. De nuevo habrá que tener en cuenta el entorno geoclimático. Y no hay que olvidar el cajón de la persiana, por el que también se pueden producir fugas térmicas.
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Aislamiento térmico y acústico
Si tu casa fue construida antes del año 1990, probablemente no tenga ningún sistema de aislamiento térmico de la envolvente más allá de una cámara de aire. Eso puede solucionarse ahora con la inyección de lana mineral en la cámara a través de unos pequeños orificios, en pocas horas, sin obras y sin molestias para los habitantes. Para reformas rápidas en el interior, la alternativa son los paneles rígidos de aislamiento de lana mineral adheridos a una placa de yeso laminado.
04
Un uso racional del agua
El consumo medio de agua en los hogares españoles se situó en 2014 en los 139 litros por persona y día, uno de los más bajos de Europa, según el IX Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento. Siempre puede hacerse más para ajustar el gasto sin renunciar al confort. Por ejemplo, instalando grifos con mecanismo de apertura con un tope intermedio que proporciona un caudal suficiente para la mayoría de usos, o cabezales de ducha con reductor de caudal para reducir el flujo de agua por debajo de los 8 litros por minuto.
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Lámparas de bajo consumo
Sustituyendo las tradicionales bombillas incandescentes –que fueron desterradas de la Unión Europea en 2012– por fluorescentes compactas (CFL), halógenas de bajo consumo y LED puedes ahorrar entre un 30 y un 80% en la factura de la luz. Como la tecnología de estas luminarias es algo más compleja, hay que familiarizarse con nuevos conceptos para iluminar cada espacio como es debido: antes solo se tenía en cuenta la potencia en vatios; ahora hay que prestar atención a factores como el flujo luminoso (lúmenes o lm), el índice de reproducción cromática (IRC) o la temperatura de color (grados Kelvin). Toda esa información debe estar disponible en el envoltorio de la lámpara.
06
Electrodomésticos que gastan poco
Un aparato de alta eficiencia energética supone menos consumo y, por lo tanto siempre es más sostenible. Pero un informe reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) relativizaba esta afirmación comparando la diferencia de precio entre electrodomésticos y su consumo energético en un plazo de 12 años. Según sus datos, el sobrecoste de comprar un aparato más eficiente solo compensa en el caso de los equipos de aire acondicionado, pero no en el caso de las lavadoras y los frigoríficos combi.
07
Climatización eficiente
Hablando de aire acondicionado, los equipos dotados con bomba de calor son la mejor alternativa para viviendas pequeñas o que no tengan acceso a otra fuente de suministro energético, ya que producen entre 2 y 5 veces más de energía de la que consumen (a modo de comparación, el rendimiento de una caldera de gas es de 0,9 y el de un radiador eléctrico, 1). Sin embargo, su eficiencia depende de las condiciones ambientales porque su funcionamiento se basa en el intercambio de temperatura entre el interior y el exterior: cuanta mayor sea la diferencia de temperatura, menor será la eficacia. Si se dispone de gas natural o gasoil, el mejor sistema es el suelo radiante, ya que trabajan a menos temperatura que un sistema convencional de radiadores para alcanzar las condiciones de confort.
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Un diseño que se adapte a los cambios
Una casa que sepa evolucionar al compás de nuestras necesidades siempre será más sostenible a largo plazo. Esto puede conseguirse con soluciones de distribución y organización del espacio flexibles y diáfanas, que reduzcan al máximo la tabiquería ciega convencional –o que apueste por elementos fácilmente reversibles como los paramentos de yeso laminado sobre bastidores metálicos– en favor de otros elementos como paneles transparentes, celosías, paredes-contenedor desplazables, etc. Tener en cuenta esta flexibilidad en la fase de proyecto, sobre todo para las instalaciones de agua y luz, será de gran utilidad.
09
La regla de las 3 R: reducir, reutilizar, reciclar
La idea es aproximarse al ideal de la economía circular, que propugna un nuevo modelo basado en un flujo más eficiente de los materiales, la energía y los residuos. Esto significa apostar por productos fabricados con materias primas recicladas, fácilmente reparables y que al final de su vida útil puedan desmontarse para el reciclaje y reutilización de sus componentes y materiales. Otra idea que ha calado con fuerza en los últimos tiempos es el de la economía colaborativa, que básicamente defiende el acceso a los bienes y servicios por encima de la propiedad.
10
Mejorar los hábitos de vida
Son esos pequeños gestos cotidianos que producen grandes resultados: utilizar la lavadora y el lavavajillas con programas en frío, cambiarse del baño a la ducha (para llenar una bañera se necesitan de 100 a 140 litros de agua, mientras que una ducha de tres minutos consume menos de 20 litros), cerrar el grifo mientras nos enjabonamos, afeitamos o cepillamos los dientes, apagar las luces al salir de una estancia, conectar los aparatos eléctricos a regletas con interruptor para evitar el consumo en standby (que puede suponer hasta el 7% del consumo total de electricidad)... Todos ellos se acabarán reflejando en nuestro bolsillo sin afectar a nuestro bienestar.