Blanco y negro forman el dúo perfecto. Encontrar la proporción justa es la clave para crear un ambiente equilibrado, elegante, luminoso y con un toque de misterio. Si bien en espacios de dimensiones reducidas como el cuarto de baño puede ser algo arriesgado, ambos funcionan muy bien en espacios grandes y abiertos.
Un salón comedor, una cocina abierta al salón o incluso un loft que pretenda alejarse del tradicional estilo industrial serían buenos candidatos para experimentar con una decoración en blanco y negro.
Entre las numerosas virtudes del color blanco se encuentra su facilidad para aportar luminosidad, transmitir limpieza y orden. Por su parte, el negro da profundidad, mucha personalidad y ayuda a resaltar elementos. Decorar en blanco y negro puede resultar algo frío y distante, con lo que un suelo que aporte calidez siempre será bien recibido.
A la hora de decidir el color del mobiliario es útil fijarse en las dimensiones y forma de la estancia. Por ejemplo, unos muebles muy oscuros pueden empequeñecer estancias estrechas y poco iluminadas. En este caso, sería conveniente decantarse por el blanco y agregar el negro en zonas estratégicas como la mesa o las sillas.
Aunque cada vez es más frecuente ver paredes pintadas de colores oscuros, lo cierto es que el negro no suele ser uno de ellos. Su intensidad hace que suela rebajarse apostando por gris o un azul marino. El secreto para acertar es seleccionar la pared o paredes idóneas para ello, de tal manera que se aprovechen todas sus ventajas pero ninguno de sus inconvenientes.
Si no hay problema de espacio y es una estancia luminosa, quizá interese darle profundidad así que la pared indicada será la frontal según se entre. Por otro lado, si la disyuntiva está en dos paredes similares, la elegida será la que reciba luz directa, ya que la estancia no perderá luminosidad.
Como decorar en blanco y negro puede resultar excesivamente serio, el objetivo será encontrar la manera de añadir interés sin perder la esencia. Introducir patrones que combinan ambos colores es uno de los recursos más habituales de conseguirlo. En este sentido, las rayas funcionan muy bien, puesto que jugando con su anchura se aprecia sensación de movimiento. Cojines, alfombras y cortinas son los lienzos perfectos para aplicar esta técnica.
Por otro lado, para compensar la dureza de las líneas rectas es aconsejable apostar por un mobiliario con formas redondeadas que suavice el conjunto. Colocar dos mesas cilíndricas estrechas rebaja la tensión y proporciona ligereza visual, facilitando tanto el paso de la luz como el de las personas.