Para hacerles un ‘lavado de cara’ hay que “acuchillarlos”, esto es, lijar la capa superficial para retirar el antiguo barniz y las suciedades incrustadas en los poros de la madera antes de aplicarle el nuevo acabado. Se llama acuchillar porque antiguamente el barniz se retiraba con cuchillas a mano. Hoy en día esta operación se realiza con máquinas con rodillos o discos.
Pero más allá de la simpleza de actualizarlos, aquí va la lista de sus virtudes. Y es que la estética de su naturalidad; el hecho de que sea un aislante térmico, que protege el hogar del frío y del calor; su confort; higiene; y su durabilidad, lo convierten en una perfecta opción. A tener muy en cuenta si buscamos un look deco donde prime lo acogedor, tanto en verano como en invierno.
Manos a la obra, los pasos y tips de montaje son los siguientes:
1. Calcular los metros. La cantidad de tarima será igual a los m2 de la superficie más un 10% extra de recortes y desperdicios.
2. Almacenamiento. Como la madera está sujeta a dilataciones, se recomienda mantenerla en el espacio donde va a instalarse al menos durante 48 horas.
3. Ambiente seco. Cuando se coloque el suelo, la estancia deberá estar totalmente seca a un mínimo de 150 C de temperatura.
4. La base adecuada. La superficie de apoyo tiene que estar seca, limpia, lisa y exenta de imperfecciones.
5. Tipo de instalación. Cada tipo de tarima lleva su propio sistema de colocación: clic o flotante, pegado o clavado sobre rastreles.
6. ¿Lama o tablilla? Si hablamos del diseño, se puede elegir entre formato monolama, trilama o tablilla.
7. El acabado ideal. Los suelos de madera se presentan en acabado liso (textura suave), bruto (con aspecto de madera no tratada), barnizado y al aceite.
8. Buena procedencia. Los sellos FSC o PEFC son garantía de que la madera procede de explotaciones forestales sostenibles.