Desde el porche, la piscina o la sala de estar es posible contemplar desde esta casa un subyugante paisaje panorámico: la bahía y la ciudad de Palma de Mallorca, a lo lejos, y, más cerca, una ladera cubierta de pinos. En realidad, toda la planta piso ha sido acondicionada por Studio Decágono para la contemplación del paisaje y el disfrute de un espacio interior bañado por una copiosa luz natural. En esta planta se han ubicado las principales zonas comunes de la vivienda: salón, cocina, comedor, sala de estar y sala de lectura.
Y también en este nivel se encuentran el dormitorio y el baño principales de la vivienda. En el salón, un gran ventanal a doble altura actúa como un inmenso marco para las vistas, subrayando su valor de "cuadro paisajístico" y jugando con códigos estéticos: los ventanales recortan partes del panorama natural, y en el interior –en diálogo sutil– son cuadros de arte pop y abstracto los que decoran las paredes.
Cabe destacar otros aspectos del interiorismo llevado a cabo por Studio Decágono. Las formas y las tonalidades, en primer término. Sugerentes resultan, sin duda, las formas irregulares de una buena cantidad de piezas del mobiliario (provenientes de Decágono Mobiliario) como sofás, butacas y lámparas. Las líneas curvas juegan entre sí (un arco en la pared, un banco de terraza, la torsión de la escalera de hierro) y las asimetrías se confrontan vívidamente con la sobria gravedad de las butacas de Le Corbusier en color chocolate. Tapizados con tonalidades neutras recubren el mobiliario, jugando con matices más fríos y más cálidos y variando, así, la expresividad de los espacios. Las alfombras aportan sus particulares texturas y los complementos y cuadros, sus respectivos grados de intensidad en los colores.
En el vestíbulo se puede apreciar algo de esa intensidad asociada al efecto sorprendente de las formas: en un gran espacio a doble altura vemos una poderosa lámpara metálica con el interior en rojo; a la izquierda, la baranda curva de hierro que acompaña la escalera y a la derecha, un desnivel (que nos muestra, de paso, la construcción escalonada de la casa). Y, por supuesto, de frente, el paisaje mallorquín (en verdes y azules) enmarcado por el alto ventanal del salón.
En el dormitorio volvemos a encontrar un afinado lenguaje de líneas curvas, en el cabecero de la cama, que nos remiten al arco abierto en una pared, al banco junto a la piscina, al contorno de algunas butacas... Las tonalidades grises y azuladas combinan, en el dormitorio, con los blancos y los castaños de telas y maderas. Desde la ventana del cuarto de baño (a cuyo pie reina la bañera) pueden contemplarse las mismas vistas que desde el salón y la piscina: los pinos, el mar de la bahía, la ciudad de Palma.