Los romanos, igual que los egipcios, intuyeron que estar reclinado era una gran forma de relajarse, incluso a la hora de comer. El diván ha sido una pieza de mobiliario presente en nuestra historia. En el siglo XIX, a partir del desarrollo del psicoanálisis, comenzó a utilizarse en el consultorio: Sigmund Freud hizo uso de este mueble para que el analista escuchara a sus pacientes sentándose a espaldas de ellos, sin la necesidad de que hubiera un contacto visual. Hoy, en cambio, no queremos dejar de mirar este socorrido mueble, que puede desempeñar un papel importantísimo en nuestra casa, especialmente cuando los metros escasean. Como el resultado de un menage a trois entre sofá, cama y chaise longue, los divanes son nuestra salvación cuando buscamos un diseño versátil que sirva para podernos sentar durante el día y darnos cobijo en posición horizontal durante la noche.