Septiembre nos mata, es la vuelta al trabajo, decir adiós a las vacaciones y al buen tiempo, es un aterrizaje forzoso y no deseado. Y precisamente por eso, y porque es injusto que un mes tan bonito como septiembre sea siempre vilipendiado, creemos que lo mejor es hacer un viaje a un lugar único. Y como de eso National Geographic sabe más que nadie, hemos hecho caso a su recomendación del pueblo más bonito del mes y nos disponemos a conocerlo más. Sus calles adoquinadas, su casco antiguo amurallado, y las menciones tan bonitas que de él que han hecho personajes como Victor Hugo o Pío Baroja, nos han convencido. Y después de haber visitado Cantabria en agosto y Asturias en julio, había que continuar con la ruta por el norte. ¿Sabes ya de qué lugar se trata?
Hondarribia, a poco más de veinte kilómetros de San Sebastián, es una de las ciudades costeras más visitadas de la costa guipuzcoana, no solo por su importancia histórica, sino por haberse consolidado como una de las postales más bellas de Euskadi, con sus coloridas casas de pescadores o sus edificios históricos.
De murallas y adoquines
A Hondarribia hay que entrar por la Puerta de Santa María, uno de los dos accesos al interior de las murallas medievales de la ciudad. Un "Hatxero" (soldado que abría paso a las tropas) da la bienvenida a todos los visitantes y les invita a cruzar el umbral sobre el que se encuentra el escudo de la ciudad, de 1694. Después, un despliegue de callejuelas adoquinadas se va abriendo camino a nuestro paso, para que podamos deleitarnos con algunos de los edificios históricos más importantes, como la Casa Consistorial (barroco), la Casa Ladrón de Guevara de un inconfundible ladrillo azul vitrificado, el Palacio Zuloaga o el de Egiluz, conocido como "Casa de Juana la Loca", pues se dice que allí se alojaron la futura reina de Castilla y Felipe el Hermoso durante su viaje de Flandes a Castilla.
Una de pintxos
Desde la Plaza de Armas y con la bahía Txingudi al fondo, se llega a la Marina, el centro neurálgico de Hondarribia, y lugar con encanto sin lugar a dudas, no en vano ha sido catalogado como Monumento Histórico Artístico. Todavía se conservan algunas de las antiguas casas de pescadores, preciosas y blancas, con sus ventanas y balcones pintados de rojo, verde y azul. Una oda de colores que se personifica en el bullicio de la gente que transita por las calles Santiago y San Pedro, con amplias vías repletas de tiendas, bares y restaurantes donde degustar los mejores pintxos y el pescado de la bahía.
Con un ojo en Francia
Y medio pie también, porque visitar Hondarribia puede ser la excusa perfecta para conocer Hendaya, justo al otro lado del puerto y que nos ofrece, de paso una de las mejores vistas de Hondarribia, cuyos cimientos medievales se construyeron sobre a colina en la que todavía resiste la antigua muralla, con la intención de tener una amplia perspectiva que les permitiera detectar quién llegaba por mar o por la frontera con el país galo.