En cuestión de decoración la globalización nos está llevando a tendencias y estándares muy comunes en casi cualquier rincón del planeta. La apuesta por un determinado estilo se propaga con gran rapidez por todo el globo y este hecho, por un lado, puede resultar enriquecedor y, por el otro, puede terminar por terminar con el encanto particular de cada país. Buscamos conservar nuestra propia identidad y eso da pie a ciertas particularidades y manías y costumbres que tenemos tan arraigadas que a veces cuesta desprenderse de ellas.
En España además de diferenciarnos de otros países por el uso de elementos en las viviendas como por ejemplo las persianas, que nos protegen de la incidencia de los rayos solares y son difíciles de ver fuera de nuestras fronteras, también tenemos manías propias según cada comunidad autónoma. Es decir, una casa en Sevilla tiene elementos característicos difíciles de encontrar en viviendas del norte, como Gijón, por ejemplo. Lo mismo sucede en la capital. Toda casa de un madrileño cuenta con una serie de características que las hace únicas. ¿No te lo crees? Sigue leyendo.
Aman la fiesta
A los madrileños les gusta hacer fiestas en casa y reunirse con amigos (y amigos de amigos de amigos) así que siempre tendrán todo lo necesario para que a nadie le falte un vaso, una copa y un picoteo.
Rastros del Rastro
En la casa de todo madrileño existen señales que indican su adicción a los domingos en la Latina. El Rastro, un nombre que significa "el sendero", es el mercado de pulgas al aire libre más grande de Europa y todo un referente en la capital. No hay mañana de domingo productiva sin visitar este zoco emergente. Entre el encantador y bullicioso desorden de las calles se da forma al auténtico reino de la segunda mano que poco a poco se ha ido transformando en el imperio de los chamarileros modernos. Por eso, tanto en tiendas como en puestos ambulantes, Madrid es un filón en el que encontrar las mejores piezas vintage con artículos extravagantes de segunda mano que terminan luciendo en las casas.
No hay botellas de agua
Por mucho que busques en la nevera de un madrileño te costará encontrar una botella de plástico con agua en su interior. Según un estudio publicado en 2021 por la Organización de Consumidores y Usuarios, el agua de Madrid está entre las mejores de España. Los habitantes de la ciudad lo saben y por eso no necesitan comprarla embotellada, ya que la toman directamente del grifo. Nunca una comunidad estuvo tan orgullosa de una empresa pública como lo están los madrileños con el Canal de Isabel II. Eso sí, a la mesa se saca en botellas o en jarras.
Las cortinas son sus aliadas
Los típico balcones de Madrid no son aptos para personas pudorosas y recelosas de su intimidad. Y, aunque los madrileños son muy abiertos, no les gusta ser observados continuamente por el vecino de enfrente, como sí ocurre en los países nórdicos. De ahí que una buena cortina o contra acompañe siempre a sus ventanas para evitar la mirada de cualquier vecino fisgón.
Mantas de distintos grosores
Acostumbrados a las temperaturas extremas tan por lo alto como por lo bajo, a los madrileños les gusta tener los textiles más abrigados y también los más ligeros para estar preparados todos los momentos del año. Por eso cuentan con un auténtico arsenal de mantas y nórdicos con de todos los grosores. Eso sí, las nuevas generaciones están pasando de estos texiles.
Siempre con reserva
Vivir en una ciudad en constante ebullición como es Madrid implica tener que estar al día de todo. Y no hay gato que se precie de serlo que no sepa qué se mueve en su cuidad: nuevas aperturas de restaurantes, exposiciones, conciertos… Y las casas reflejan las inquietudes de sus dueños en forma de catálogos de exhibiciones visitadas que se añaden a la librería, discos comprados a la salida de los conciertos o posavasos de nuevos locales que continúan su función en las viviendas madrileñas.
Ese particular toque kitsch
Los madrileños tienden a aportar un punto de humor en sus casas con alguna pieza que haga alusión a la ciudad: una abrebotellas con la imagen del Oso y el Madroño o la Cibeles, un póster vintage de una cafetería castiza con bocatas de calamares, una replica del cartel de una calle en imán para la nevera, o un neón con alguna palabra castiza. El kitsch bien entendido siempre es positivo.
Nada más cómodo que un vaciabolsillos
Es difícil entrar en la casa de un madrileño y no encontrarse con un vaciabolsillos en la entrada desbordado de objetos. Además de contener las llaves de casa, la cartera y moneda, atesoran invitaciones, tarjetas de restaurantes, tiques de tiendas, flyers y promociones que se han recibido durante los paseos por las calles.
Plantas en los balcones
En los paseos por la capital, cuando la vista se levanta y se dirige a los edificios, es inevitable no pararse a mirar los balcones de sus fachadas con sus típicas forjas. Esta imagen tan castiza suele estar llega de color gracias a las plantas. Porque, conocerás a pocos madrileños que no adornen con algún elemento vegetal su jardín. Tanto colgadas de las barandillas como apoyadas en el suelo, las plantas de exterior son fieles compañeras de los habitantes de la urbe.
¿Un paragüero?
La primavera suele ser lluviosa en Madrid pero, al contrario que en otras comunidades autónomas del norte, está bastante acotada a unos cuantos días al año. Por eso los paraguas no son tan indispensables como en otras ciudades como Santander, por ejemplo. Así que, nos atrevemos a apostar que cuando entres en casa de un madrileño por mucho que busques, no encontrarás ningún paragüero en la entrada.
Animal de compañía
Según el Instituto Nacional de Estadística, en Madrid hay más animales domésticos que niños en las casas. Así que prepárate cuando entres en la vivienda de cualquier madrileño de pro para conocer a su perro o a su gato. Además de la mascota, seguro que encuentras algún objeto que delate su existencia, como comederos en la cocina, camas o juguetes esparcidos por la casa.