Menorca bien valía el intento, y la mezcla no podía salir mal: por un lado, el fotógrafo y director de arte francés Karel Balas; por el otro, la empresaria barcelonesa Susana Gallardo y su exclusiva agenda de contactos. Tras dos años de trabajo han concebido Secret Houses. Living in Menorca (Rizzoli), un coffee table book donde aparecen algunas de las casas más bonitas de la isla balear que ambos adoran. En total 19 refugios, uno propiedad de Susana y los 18 restantes de amigos suyos que accedieron a fotografiarlos con una condición: si no lo deseaban no tendrían que revelar su identidad ni su ubicación.
La empresaria visitó por primera vez Menorca hace 30 años, buscando un lugar donde veranear con su familia. Llegó navegando y enseguida se enamoró del puerto de Mahón, el más largo del Meditérraneo. Tras meses de negociaciones compró una construcción de estilo palladiano, con ventanas de guillotina, puertas verdes y buganvillas, que le había enseñado un amigo y de la que se había enamorado.
La esencia de la isla
Las casas de influencia inglesa de Mahón son muy diferentes de los palacetes de Ciudadela, de las fincas rodeadas de campos de trigo y vacas y de las villas más ricas de la costa. Todas están representadas en este proyecto. El criterio de elección ha sido ecléctico: "Nos tenían que gustar a Karel y a mí", contó la empresaria durante la presentación del libro en el Ateneo de Mahón. Y lo que a ambos les gusta es obvio: que las casas, con sus paredes de piedra seca, sus buganvillas, sus porticones a la inglesa y su sobriedad respeten la esencia de la isla.
No se trata de mostrar solo mansiones o palacetes. El tamaño aquí no importa; lo que sí es relevante es transmitir las peculiaridades de Menorca, una isla que ha conseguido preservar su entorno y su paisaje, resistiéndose ferozmente al turismo de masas y sus estragos. En este libro no se repiten arquitectos ni decoradores, y la selección está hecha adrede para mostrar diversidad.
Así, aparece una casa-palacio con el sello de Quintana Partners, el dúo catalán formado por Benito Escat y Pol Castells, que colabora con artesanos locales; el edifico abandonado que compró el diseñador Lorenzo Castillo cerca del puerto de Mahón y restauró como tributo a la isla; el palacete del barón de Lluriach en Ciutadella, una construcción de 1607 que ha ido incluyendo mejoras sin alterar su esencia, y la villa de la periodista francesa Sabine Carrance, en Mahón, de 1910, cuya transformación corrió a cargo del padre de Benito Escat.
Uno querría quedarse a vivir en todas ellas, desde la vivienda con embarcadero diseñada por Cristina López Alonso, de Codo a Codo, que trabajó con el arquitecto José María Villalonga, o el molino de agua propiedad de la francesa Emma François, dueña de la marca de moda Sessùn, que restauró decorándolo con cerámicas de los años setenta y ochenta y telas de su propia marca.
"Este libro es la encarnación de mi amor por Menorca. Mi homenaje a sus preciosas casas, a toda la gente que se preocupa por la isla, de su paisaje y sus tradiciones, que están reconstruyendo fincas abandonadas y restaurando viejos edificios. Y para aquellos que, como Karel y yo, les fascina el diseño y los interiores", concluye Susana.