Para que un edificio sea saludable ha de cumplir estas 5 dimensiones: que mejore la salud física y mental, que esté diseñado para las necesidades humanas y esté construido y mantenido de manera sostenible, que sea resiliente y adaptativo y que capacite a las personas. Estas son las reglas de oro del edificio saludable que propone la arquitecta Almudena López de Rego, responsable de prescripción de VELUX España, firma que acaba de presentar su Barómetro de edificios saludables 2024, con la intención de esbozar "el camino hacia edificios más saludables, sostenibles y resilientes", indican.

El punto de partida de este estudio no es demasiado alentador ya que desvela que "uno de cada cuatro europeos reside en edificios donde la calidad del aire está por debajo de los estándares nacionales y más de 30 millones de ciudadanos se ven afectados por vivir en espacios demasiado oscuros, con un impacto en la salud mental y física", apuntan desde Velux.

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Edificio Bosco Verticale de Boeri Studio en Milán
Foto cedida por Velux

¿Qué se entiende hoy por edificio saludable?

Los Edificios saludables priorizan la salud y el bienestar de los ocupantes, salvaguardan y mejoran la sostenibilidad y posibilitan la transformación a través del empoderamiento y la resiliencia. El Barómetro de Edificios Saludables de 2024 los define más precisamente como aquellos que cuidan de las personas, incluyendo su salud física y mental, se diseñan con las necesidades humanas en el centro de la toma de decisiones, se construyen y operan de manera sostenible, aseguran la adaptabilidad al cambio climático. Esta concepción de los edificios precisa de la capacitación de proyectistas y usuarios en la generación y gestión de estos. Los edificios saludables lo son para las personas y para el planeta.

En la foto: El Bosco Verticale, de Boeri Studio en Milán, ilustra la idea que defiende Almudena López de Rego.

Interior de casa en madera muy luminosa
Adam Mork (Foto cedida por la firma Velux)

¿Cómo podemos desde nuestro hogar mejorar la calidad del aire?

Podemos actuar de dos maneras. Por un lado, intentando que nuestras pertenencias y hábitos emitan lo menos posible a nuestro aire interior; por otro lado, ventilando suficiente para renovar el aire lo que sea necesario. En el primer caso, me refiero a no utilizar velas o ambientadores, no secar la ropa en el interior con las ventanas cerradas, comprar acabados y muebles con materiales naturales con menos productos químicos, poner la campana al cocinar… En el segundo, es tan fácil como ventilar al menos 4 veces diarias durante 10-15 minutos, de manera habitual. Y de manera puntual adicionalmente cuando hayamos hecho alguna actividad que aporte excesiva humedad o contaminantes al ambiente. Podría ser cuando nos duchamos o hacemos ejercicio en casa, así como cuando nos pintamos las uñas o nos echamos desodorante o laca, cuando limpiamos con productos químicos, después de toda la noche durmiendo o cuando ha habido mucha gente en una habitación durante un rato. Lo ideal es abrir a la vez ventanas de orientaciones diferentes, de fachada y patio interior, o de fachada y tejado para el flujo más efectivo de ventilación natural.

¿Qué condicionantes pueden mejorar nuestra salud mental en el entorno doméstico?
Foto cedida por la firma Velux

¿Qué condicionantes pueden mejorar nuestra salud mental en el entorno doméstico?

En cuanto a la escala de una casa, si tuviera que elegir uno, diría que la luz natural es el factor más importante. Está íntimamente ligada a la salud mental. La conexión con el paso del tiempo, la hora del día, y la facilitación para dormir bien, son difícilmente sustituibles por otra cosa. Cuando hay una cantidad de luz adecuada cambian la energía en la habitación y nuestro estado de ánimo. El aislamiento, en general, es enemigo de nuestro bienestar mental. En relación con esto, la arquitectura y el urbanismo pueden jugar un papel fundamental también en nuestras relaciones sociales, otro factor muy relevante cuando hablamos de buena salud mental. Barrios que favorezcan que los residentes anden a pie en lugar de circular solos en sus coches, realicen recados en la zona cercana a la vivienda o invite a pasar ratitos en zonas urbanas disfrutando de la compañía de los vecinos garantizan una población más sana.

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Foto cedida Velux

¿Cuáles son las necesidades actuales que debe cubrir un hogar para lograr mayor bienestar?

Lo resumiría así: acercar el ambiente interior lo máximo posible al entorno en el que vivíamos antes de encerrarnos dentro de edificios la mayor parte del día. Es decir, a vivir en el exterior la mayor parte del tiempo. Esto incluye mucha luz natural, exposición al sol durante las distintas horas del día para que nuestro ritmo circadiano sepa qué hora es, aire exterior, contacto con la naturaleza y visión a largas distancias. Mucha luz durante el día nos permite dormir bien durante la noche equilibrando bien las dosis de melatonina y cortisol para tener un buen ciclo sueño-vigilia. Además, nos llena de energía para realizar las actividades diarias. El aire fresco nos permite funcionar en nuestro rendimiento pleno. La vista del exterior, que nos ayuda a ubicarnos en el tiempo y en el espacio, fundamental para nuestra tranquilidad. Y el contacto con la naturaleza, a través de materiales naturales y vegetación. Ahora se habla de la regla del 3-30-300, según la cual, cada ciudadano debe poder ver al menos tres árboles desde su casa, tener un 30% de cobertura vegetal en su barrio y vivir a no más de 300 metros del parque o zona verde más cercana.

¿Qué papel tienen los arquitectos en conseguir edificios más saludables, sostenibles y resilientes?
Foto cedida por Velux

¿Qué papel tienen los arquitectos en conseguir edificios más saludables, sostenibles y resilientes?

El papel de los arquitectos es vital en la ruta a la sostenibilidad, la salud y la calidad de vida. Desde la gestión del urbanismo en las grandes ciudades o la redacción de planes generales hasta el diseño de edificios de obra nueva y rehabilitación de los edificios existentes, la mano del arquitecto define nuestro entorno construido, el cual tiene una influencia enorme en nuestra calidad de vida y en nuestro impacto en el planeta. Pasamos el 90% del tiempo en espacios interiores y por ello, el impacto de los edificios en nuestras emociones, salud y productividad es muy grande. Por otro lado, el consumo de los edificios en Europa supone un 36% del consumo total del continente, y más de un 40% de las emisiones de CO2. Diseñar estos edificios para que demanden menos energía y nos permitan vivir en temperaturas agradables sin necesidad de climatización, es fundamental para la independencia energética y la sostenibilidad a largo plazo.