Es una realidad: la vivienda se ha convertido en un desafío económico y social no solo para las nuevas generaciones sino para el conjunto de la sociedad. Todos somos víctimas de esta lacra a la que nos ha llevado sistema y, ante este escenario, comienzan a surgir soluciones creativas que, aunque necesarias, no son suficiente. Las cooperativas de viviendas son una de ellas. Nacen como una alternativa innovadora y sostenible que podría revolucionar la forma en que entendemos y habitamos nuestros hogares. Pero, ¿qué son exactamente estas cooperativas y cómo pueden impactar nuestras vidas cotidianas?

Breve introducción a las cooperativas de viviendas

Las cooperativas de viviendas son asociaciones de personas que se unen con el propósito de adquirir, construir y gestionar colectivamente sus viviendas. A diferencia del modelo tradicional de propiedad, donde un individuo o familia posee una vivienda, en una cooperativa de vivienda, los miembros son copropietarios del edificio o conjunto de viviendas. Este modelo promueve la colaboración y la toma de decisiones en conjunto, permitiendo a los residentes tener un mayor control sobre su entorno habitacional.

 

Si quieres estar al día de todo lo que publicamos en Arquitectura y Diseño suscríbete a nuestra newsletter.

 

Vivienda colectiva Kalkbreite

Edificio Kalkbreite, de Müller Sigrist Architekten, en Suiza.

Martin Stollenwerk Zürich Switzerland

Una de las características principales de las cooperativas de viviendas es su enfoque en la sostenibilidad y la vida comunitaria. Este modelo no solo busca proporcionar una vivienda asequible, sino también fomentar una forma de vida más ecológica y socialmente integrada. Las cooperativas de viviendas suelen incluir amplios espacios comunes, donde los residentes pueden interactuar y compartir recursos, lo que reduce el consumo individual y fomenta la cohesión social.

Evolución de las viviendas colectivas

El concepto de viviendas colectivas no es nuevo. Desde las primeras comunas del siglo XIX hasta los modernos eco-barrios, la idea de vivir de manera compartida y cooperativa ha ido evolucionando. Las primeras cooperativas surgieron en Europa y América del Norte a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, como respuesta a la necesidad de viviendas asequibles durante la industrialización.

 

En las décadas de 1960 y 1970, los movimientos sociales y políticos impulsaron un renovado interés por las cooperativas de viviendas, especialmente en ciudades con altas densidades poblacionales. La crisis de la vivienda y el aumento de los costos llevaron a muchas comunidades a buscar alternativas al mercado inmobiliario tradicional.

Hoy en día, las cooperativas de viviendas han adoptado nuevas formas y enfoques, integrando principios de sostenibilidad ambiental y participación comunitaria. Proyectos modernos no solo se centran en proporcionar viviendas asequibles, sino también en crear comunidades resilientes y sostenibles, capaces de enfrentar desafíos como el cambio climático y la urbanización.

La primera edición del Premio Europeo de Vivienda Colectiva

Este tipo de viviendas es ya una realidad tan latente que, este año, se ha celebrado la primera edición del Premio Europeo de Vivienda Colectiva, que ha puesto de manifiesto el creciente interés y la innovación en este sector. Entre los proyectos galardonados, destaca especialmente uno en Barcelona que fue premiado en la categoría de Nueva Construcción: La Borda, un ejemplo sobresaliente de cómo las cooperativas de viviendas pueden transformar no solo el paisaje urbano, sino también la vida de sus habitantes.

 

La Borda

La Borda

Lluc Miralles

 

La Borda: sostenibilidad y comunidad

La Borda, desarrollada por el estudio de arquitectura Lacol y la cooperativa homónima, es el edificio de madera más alto de España. Este proyecto se ha convertido en un referente de sostenibilidad y eficiencia energética. La Borda se concibió con el objetivo de minimizar el impacto ambiental y reducir el riesgo de pobreza energética para sus residentes.

Con 28 viviendas distribuidas en 40, 60 y 75 metros cuadrados, La Borda se estructura alrededor de un patio central y cuenta con una serie de espacios comunes que promueven la vida comunitaria. Entre estos espacios se incluyen una cocina-comedor, lavandería, área para invitados, espacio de salud y cuidado, y zonas exteriores y semi-exteriores.

Un aspecto destacable de La Borda es la participación de los futuros residentes en todas las etapas del proceso, desde el diseño hasta los usos más cotidianos. 

 

La Chalmeta: innovación y participación vecinal

Otro proyecto destacado en Barcelona es La Chalmeta, desarrollado por Vivas Arquitectura para la cooperativa Llar Jove Marina Prat Vermell SCCL. Ubicado en el barrio de la Marina del Prat Vermell, este edificio de 32 viviendas se ha diseñado con una clara orientación hacia la participación vecinal y el uso colectivo de los espacios.

El solar donde se erige La Chalmeta fue cedido por el Ayuntamiento de Barcelona por un mínimo de 75 años, lo que subraya el compromiso público con este tipo de iniciativas. 

El futuro de las cooperativas de viviendas

La creciente popularidad de las cooperativas de viviendas refleja un cambio en cómo las personas ven la vivienda y la comunidad. Estos proyectos ofrecen una solución a la crisis de vivienda asequible y promueven una forma de vida más colaborativa.