El diseño emocional en el hogar es una corriente que busca crear espacios que no solo sean estéticamente agradables, sino que también generen sensaciones positivas en sus habitantes. Este enfoque reconoce que el entorno físico influye profundamente en nuestras emociones y bienestar, y se centra en aspectos como la luz, el color, las formas y los materiales para evocar respuestas emocionales específicas.

Origen y evolución del diseño emocional

El concepto de "arquitectura emocional" fue introducido por el arquitecto y escultor germano-mexicano Mathias Goeritz en la década de 1950. Goeritz sostenía que la arquitectura debía ir más allá de la funcionalidad y la estética convencional para convertirse en una experiencia que evocara emociones profundas en las personas. En su "Manifiesto de la Arquitectura Emocional" de 1953, proclamó: "Solo recibiendo de la arquitectura emociones verdaderas, el hombre puede volver a considerarla como un arte". Otro pionero en este ámbito fue el arquitecto finlandés Alvar Aalto, quien abogó por diseñar espacios que consideraran las necesidades emocionales de sus ocupantes, enfatizando la importancia de la experiencia sensorial en la arquitectura.

Uno de los referentes en este campo es Donald A. Norman, cuyo libro "El diseño emocional: Por qué nos gustan (o no) los objetos cotidianos" explora cómo las emociones influyen en nuestra percepción de los objetos y espacios que nos rodean. Por su parte, María Gil, arquitecta y fundadora de la Academia de Neurociencias para Arquitectura y Diseño (AENAD), también subraya la relevancia del interiorismo emocional. Gil afirma que "el diseño del espacio es una poderosa herramienta para fomentar nuestra felicidad", y aboga por una formación en biología y neurociencia para los profesionales del diseño, enfatizando que "diseñamos para personas, no para máquinas". 

diseño emocional

La luz natural es una fuente inagotable de bienestar.

Pere Peris

Tradicionalmente, el diseño de interiores ha priorizado la funcionalidad y la estética. Sin embargo, el diseño emocional propone que un hogar debe, ante todo, hacer sentir bien a quienes lo habitan. Un espacio que evoca emociones positivas puede mejorar la calidad de vida, promover la relajación y fortalecer las relaciones interpersonales.

Elementos clave del diseño emocional

Luz natural: La iluminación influye directamente en nuestro estado de ánimo. Espacios bien iluminados con luz natural reducen el estrés y mejoran el bienestar general. 

Colores: Los colores tienen una poderosa influencia sobre nuestra psicología. Tonos cálidos como el amarillo y el naranja pueden infundir energía y positividad, mientras que los azules y verdes transmiten tranquilidad. 

Materiales y texturas: El uso de materiales naturales como la madera o la piedra siempre van a generar sensaciones de calidez y conexión con la naturaleza. Las texturas también juegan un papel crucial en la creación de sensaciones. 

Formas y distribución del espacio: Las formas curvas suelen asociarse con sensaciones de suavidad y seguridad, mientras que las líneas rectas y los ángulos agudos pueden transmitir dinamismo. Una distribución que facilite la circulación y la interacción social fomenta la conexión entre los habitantes. 

Aplicación del diseño emocional en el hogar

Para implementar el diseño emocional en tu hogar, considera los siguientes aspectos:

Iluminación adecuada. La luz natural es esencial para nuestro bienestar emocional. Maximiza la entrada de luz natural utilizando cortinas ligeras y colores claros en las paredes. La luz artificial también juega un papel crucial; opta por luces cálidas y regulables que te permitan adaptar el ambiente según la ocasión y tu estado de ánimo. 

Uso consciente del color. Los colores influyen significativamente en nuestras emociones como veíamos antes. Tonos azules y verdes suelen ser calmantes, ideales para dormitorios y salas de estar, mientras que colores cálidos como el rojo o el naranja pueden estimular la energía y la creatividad, apropiados para cocinas o espacios de trabajo. 

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En el dormitorio, los colores neutros incitan a la calma y el descanso.

Kanstantsin Remez

Incorporación de elementos naturales. La presencia de plantas y materiales naturales como la madera o la piedra puede generar sensaciones de calidez y conexión con la naturaleza, reduciendo el estrés y mejorando el estado de ánimo. Considera integrar un jardín interior o elementos decorativos que evoquen entornos naturales. 

Texturas y materiales. Selecciona materiales que aporten confort y calidez, como tejidos suaves en cojines y mantas, o alfombras que inviten al tacto. Las texturas naturales pueden proporcionar una sensación de bienestar y tranquilidad. 

Distribución y organización del espacio. Un espacio ordenado y bien distribuido facilita la circulación y puede promover la calma. Elimina el desorden y organiza tus pertenencias de manera funcional. La creación de zonas específicas para diferentes actividades también puede ayudar a estructurar el espacio de forma más eficiente. 

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Cuida hasta el más mínimo detalle.

Neus Pastor

Formas y líneas en el diseño. Las formas curvas y orgánicas en muebles y elementos decorativos tienden a ser más acogedoras y relajantes que las líneas rectas y angulares, que pueden transmitir rigidez. Incorpora muebles con bordes redondeados y evita las esquinas pronunciadas para crear un ambiente más armonioso. 

Personalización del espacio. Como se trata de sentirse bien en casa, lo mejor es hacerlo lo más tío posible. ¿Cómo? Con elementos que reflejen tu personalidad y experiencias, como fotografías, obras de arte o recuerdos de viajes. Estos detalles hacen que el espacio sea único y significativo, fomentando una conexión emocional más profunda con tu hogar. 

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Verde en toda su extensión siempre es bien.

Luis Beltran | Proyecto de Masquespacio

Aromas y sonidos. Los sentidos del olfato y el oído también influyen en nuestras emociones. Utiliza velas aromáticas, difusores de aceites esenciales o música suave para crear una atmósfera relajante y placentera. 

Espacios multifuncionales. Diseña áreas que puedan adaptarse a diferentes actividades y estados de ánimo. Por ejemplo, una sala de estar que funcione tanto para el entretenimiento como para la relajación, ajustando la iluminación y los muebles según sea necesario. 

Conexión con la naturaleza. Si es posible, crea vistas al exterior o integra elementos como fuentes de agua para fomentar una sensación de tranquilidad y bienestar, aprovechando la biofilia, que es nuestra inclinación innata a conectar con la naturaleza.