Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa (Kanazawa, 1966) recibieron en 2010 un premio Pritzker. Ambos fundaron en 1995 el estudio SANAA cuando ella había construido un estilo propio con edificios muy ligeros. Sejima ya era entonces la gran promesa de la arquitectura mundial. Y Nishizawa se convirtió en su socio un lustro después de haber llegado recién licenciado. Su arquitectura busca la economía de medios, “una claridad y una precisión que contrastan con la retórica de mucha de la arquitectura actual” apuntaba el jurado del premio Pritzker. No era la primera vez que una mujer recibía el Nobel de la arquitectura, pero sí la primera que una pareja mixta recibía el premio (y los estudios profesionales están plagados de parejas mixtas). Recuperamos la entrevista que la arquitecta japonesa dio en exclusiva para Arquitectura y Diseño.
- Se crio en Ibaraki, ¿qué recuerda de su niñez?
Vivíamos con otras familias cuyos padres trabajaban en la misma empresa que el mío. Vivíamos rodeados de naturaleza, pero entonces no me gustaban los árboles. Odiaba la fruta y la verdura. La ciudad me cambió.
Sentí la necesidad de tener un jardín. Aunque sea muy pequeño, hoy lo tengo. Lo que me gusta es cuidarlo. Lo cuido yo, excepto en épocas de poda que me ayuda un jardinero porque yo no tengo fuerza. Es diminuto, mide solo tres metros, pero tiene un manzano, un limonero, un naranjo y un arándano. Es interesante mirar a los árboles y a las plantas porque cambian continuamente. Un jardín te da mucho.
No. Además de arquitecta solo quise ser diseñadora de moda.
- ¿Por qué quiso ser arquitecta?
Fue porlas fotos de una revista. Lo he contado muchas veces. Tendría diez años. Mi madre compró revistas para buscar ideas para una casa nueva. Un día vi una página con una fotografía de una casa de Kiyonari Kikutake, un arquitecto metabolista. Me fascinó, pero luego olvidé la casa, la revista y la arquitectura. Sin embargo, cuando tuve que decidir qué estudiar me acordé de aquella casa. Y decidí ser arquitecta.

Fachada del New Museum de Nueva York (2008)
AGENCIA EFE; IWAN BAAN
- ¿Su arquitectura apuesta por la ligereza?
No sé lo que pensaré en el futuro. Pero hoy creo que lo mejor que existe es siempre lo más sencillo.
- ¿Qué es para usted una casa?
Un refugio para la mente. El hogar es intimidad en un espacio compartido. Una casa no solo protege de la lluvia. También debe vencer el exceso de información, cualquier ruido o contaminación visual.
- Ha hecho muchas viviendas pequeñas. ¿Es lo que más le interesa?
No dejaría de hacer viviendas para diseñar solo grandes edificios. Uno aprende cada vez que hace una vivienda. Todas las casas que he construido son mi biografía arquitectónica, mi evolución como arquitecta, reflejan los intereses de cada momento.
- ¿Cómo ha sido su relación con los dueños de sus casas?
Lo nuevo cuesta asumirlo. Hoy en día es distinto. Quien me llama quiere una vivienda de otra manera. Hoy no tengo problemas, pero sí fue difícil empezar. Nunca he hecho una casa para un familiar. Siempre me he tenido que explicar.
- ¿Cómo se convierte una idea en una casa?
No creo en las jerarquías ni en los tópicos. Por eso evito dogmatismos: la fachada puede ocultar, en lugar de presentar.

Vista desde un patio interior de las formas sinuosas de las fachadas del conjunto de apartamentos Okurayama en Tokio (2009).
AGENCIA EFE; IWAN BAAN
- Ustedes investigan y analizan todas las posibilidades de los encargos para que lo complejo parezca simple, “de una belleza precisa”, como dijo el jurado.
No nos interesa hacer muchos proyectos. Nos gusta hacerlos con tiempo. Dedicamos quince horas al día al trabajo y nos falta tiempo. No sabemos trabajar más rápido. Solemos comer y cenar en el estudio. Y hasta dormir, de vez en cuando. Muchas veces dormimos en el estudio.
- ¿Por qué resulta tan difícil que una mujer arquitecta destaque?
Los grandes proyectos suelen estar relacionados con la política. Y ahí, por lo menos en Japón, las mujeres no lo tenemos fácil. No nos hemos preparado para lidiar con el poder.
- Usted se educó en la Universidad de las mujeres.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres solo podían estudiar en un par de universidades japonesas. Y la Universidad de las mujeres era, entre estas, la institución más antigua. Pero yo no fui allí por ninguna cuestión ideológica, sino por pragmatismo. Fue la única que me admitió de las tres en las que solicité plaza. Pensé en preparar de nuevo mis solicitudes y esperar un año. Pero entonces habló mi padre, que casi nunca lo hacía. Él hablaba poquísimo, pero esa vez me dijo que no debía perder un año de mi vida, que estudiara allí. Y así fue. Por lo demás, las mujeres, como cualquiera que esté vivo, estamos encontrando nuestro camino.
- Dos años después de fundar el estudio SANAA, con 31 años, Nishizawa decidió abrir, por su cuenta, un estudio para sus trabajos en solitario. ¿Fue un acuerdo entre ambos?
Nos dejamos, precisamente, puertas abiertas para poder experimentar intereses individuales. Mis colaboradores tienen relación con SANAA. Quienes trabajan con Nishizawa viven más alejados.

Centro de Aprendizaje Rolex en Lausana, Suiza (2010)
AGENCIA EFE; IWAN BAAN
- Usted es, seguramente, la primera mujer arquitecta poderosa que no muestra una actitud agresiva de dominio y demostración de poder.
No me gustan los juegos de poder. La arquitectura es suficientemente difícil de hacer. En mi trabajo, tratar de entender al cliente y empeñarme en desarrollar mis ideas me deja sin tiempo para nada más. Por eso no soy una arquitecta que pueda proyectar muchos edificios. Cada uno me cuesta mucho, me lleva mucho tiempo. No es que yo no quiera ir construyendo muchos edificios por el mundo. Es que no tendría tiempo para pensarlos y diseñarlos. Por eso mi oficina no crecerá nunca más allá de las treinta personas que somos ahora.
- ¿Qué le hizo decidir el tipo de arquitectura que hace? ¿Por qué fuerza los materiales hasta su máxima delgadez?
Hay algo, puede que sea la densidad de los materiales, pero hay algo que da peso a los lugares. Y yo decido mis edificios a partir del peso del lugar. Trato de responder con continuidad y con independencia. Por eso, trato de que mis edificios no se aíslen en un lugar y a la vez me interesa que puedan tener vida interior.
- ¿Es cierto que no lee libros?
No, leo revistas. Solo revistas. Me gustan las de moda.
Me gusta mucho. Pero cada vez tengo menos tiempo.
- ¿Qué le gustaría hacer en el futuro?
De pequeña quería ser abuela. Para vivir con calma y tomar el sol. Pero no he tenido hijos. Ahora me gustaría tener calma. Pero también hacerlo cada vez mejor.