Hay algo filosófico en los relojes, piezas, que al fin y al cabo, materializan la intangibilidad del tiempo. Y se podría pensar que a estas alturas de la filosofía y el diseño ya se ha dicho y hecho todo al respecto de estas piezas, pero aquí entra la creatividad de las personas que, como el tiempo, parece ser infinita.

El reloj Orbita se presenta ante nosotros como un manifiesto evocador de tranquilidad y reflexión que más que dar la hora nos ofrece tiempo. El estudio portugués 2Ø3 (Two O Three) trae un cambio de paradigma y ha diseñado un reloj en el que las manecillas no giran sobre un punto fijo central, sino que están sobre platos giratorios que ruedan sobre una placa fija. No hay números, ni centro, y la velocidad de rotación es casi imperceptible. Lo que sí podemos apreciar es cómo trasciende la condición de mero elemento decorativo y se transforma en una escultura integrada en el hogar.

Así sería el Orbita en funcionamiento

La percepción que tenemos del tiempo es fruto a las rotaciones de la tierra tanto sobre sí misma (días) como alrededor del sol (años) y es precisamente este hecho en el que, como bien explican los diseñadores, han basado el mecanismo minimalista de Orbita. Y como nada es azaroso, el espacio central representa el vacío que refuerza la presencia de las manillas; minúsculas, pero imprescindibles. Han conseguido demostrar así que los únicos elementos necesarios para transmitir la percepción del tiempo del usuario son dos puntos: horas y minutos.

El reloj se integra en el espacio como una obra de arte

No es de extrañar que el proyecto haya cosechado el segundo premio en el Guilherme Award de la Associative Design de Portugal, lo que seguro es el preludio de su proceso de producción que pronto nos dará la oportunidad de hacer de nuestro tiempo arte.