Adolf Loos

Revolucionó la sociedad vienesa y sentó las bases de la arquitectura moderna. Sin Adolf Loos (1870-1933), genios como Mies van der Rohe o Walter Gropius lo hubieran tenido más difícil para introducir el principio de la racionalidad en el diseño de nuestras casas, encarnado por su famosa máxima "el ornamento es delito".

Adolf Loos

Fue una figura carismática, un revolucionario. Alguien que puso patas arriba las bases estéticas de la sociedad vienesa de principios del siglo xx. En contra del ornamento, del historicismo y del interior burgués, Adolf Loos introdujo el principio de racionalidad en la arquitectura y creó una nueva distribución de los espacios para preservar la privacidad y la intimidad.

Casa Hugo Semler, Pilsen, República Checa (1932).

Loos fue el inventor del Raumplan, la técnica por la que se seccionan los espacios interiores a distintas alturas dependiendo de su uso. Aplicó antes que nadie el minimalismo, el racionalismo, el espacio cúbico y el juego de líneas vertical y horizontal en ventanas, cornisas y terrazas. Sin Loos, no se comprendería el racionalismo y el funcionalismo de la Bauhaus.

Villa Moller, Viena (1928).

El viaje que Adolf Loos realizó a Chicago en 1893 lo cambiaría todo. Lejos de su Viena natal, descubrió una arquitectura que conectaba con su filosofía. Pero cuando volvió a su ciudad y empezó a aplicar lo que había visto en EE.UU., no recibió precisamente una buena acogida. El edificio que le encargó la firma de sastrería Goldman & Salatsch en la Michaelplatz, en pleno centro de la capital austríaca, levantó un gran revuelo. Nadie entendía aquel “edificio inacabado” y hasta el propio ayuntamiento obligó a suspender las obras porque lo consideraba una aberración. Otto Wagner puso cartas en el asunto y aconsejó a su amigo poner unas jardineras en la fachada para que se viera más vestida. Hoy es uno de los edificios más emblemáticos de Viena.

Villa Karma, Montreux, Suiza (1906).

Pero la labor de Loos no se acaba en la arquitectura, sino que va más allá, hasta el interior de las casas, con aportaciones que cambiarían la historia del diseño. Consideraba el mueble un objeto funcional y práctico que había que adaptar a la vida moderna. Una de las frases más célebres del genio en este sentido es: “De las diferentes asas ornamentadas de nuestras vasijas hemos obtenido, en el transcurso de los últimos decenios, callos renacentistas, barrocos y rococós”.

Proyecto Chicago Tribune Column (1923).

La evolución de la cultura era, según él, proporcional a la desaparición del ornamento en los objetos utilitarios. Sin pelos en la lengua, no dudó en expresar públicamente sus teorías y en dejarlas impresas en escritos como Das Andere u Ornamento y Delito, esencial para comprender su visión progresista y brújula para futuros arquitectos. Llevó la racionalidad y la falta de ornamentos hasta sus últimas consecuencias. Hasta quiso que su epitafio fuera: “Adolf Loos: Liberó a la humanidad de trabajos inútiles”.

 

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