Rodeada de almendros, algarrobos y olivos, en un paraje idílico de Mallorca con vistas espectaculares a la sierra de Tramuntana, la casa aparece revestida de piedra, como la mayoría de la zona, y con persianas pintadas en el tono del envés de las hojas del olivo, "a fin de darle un punto aún más mediterráneo", según Jorge Bibiloni Studio, responsable de vestir en el interior el proyecto arquitectónico de Montis Sastre. La pérgola de hierro y cañizo es en verano el escenario ideal para el disfrute de momentos familiares al aire libre.
La distribución interior se organiza en dos plantas. En la primera, un salón diáfano, despojado, con el protagonismo de las vigas recuperadas y un nicho de obra de madera de olivo sin tratar. El comedor y la cocina comparten el mismo espacio, marcada la separación solo con un cambio de material en el suelo, que pasa del microcemento al canto rodado. Y, en el centro del espacio, una isla de cocción (diseño de los arquitectos), desde donde se puede departir con toda la familia o los amigos. Encontramos roble macizo en los muebles de la cocina, en las puertas de las habitaciones y en las celosías de los armarios. A la segunda planta lleva una escalera de microcemento, que continúa en el suelo de los baños, con los lavabos y los platos de ducha fabricados con la típica piedra de Binisalem. La opción cromática de tonos neutros y la repetición de los materiales en las distintas estancias no solo caracterizan la estética de la casa; sobre todo transmiten la sensación de sosiego deseada por los clientes.