Esta vivienda de 250 metros cuadrados en la cuarta planta de una finca protegida en el céntrico barrio de Chamberí presentaba una distribución obsoleta para el siglo XXI y necesitaba una reforma que lograse mantener el clasicismo propio del edificio madrileño con una configuración actual. Ese fue el reto al que se enfrentó Jesús Díaz Osuna y Mercedes Gonzalez Ballesteros, al frente de Febrero Studio, que debió adaptarse a las necesidades del proyecto, esto es, crear una zona de día y otra de noche, manteniendo la esencia y el carácter propios de la finca. "Los clientes nos pidieron que la intervención debía respetar el carácter clásico de la vivienda y no ser disruptivos con los materiales", explica el arquitecto. Fruto de su trabajo, la casa tiene a la cocina como elemento que separa las zonas de día y de noche.